Ya lo decían los expertos al principio de la temporada estival: vista la ola de calor que sufrimos el pasado año, este verano, lo más seguro es que cualquiera sabe. Y acertaron.

Así, julio arrancó con unos calores extremos, que hicieron presagiar otro mes de grandes beneficios para los vendedores de aire acondicionado, pero luego la situación se normalizó, para, seguidamente, volver a disparar los termómetros, que provocaron dos alertas por calor en Extremadura.

Con terrazas llenas, inquietantes presagios por la posibilidad de incendios y sofoco, arrancó agosto, aunque las temperaturas, con ser calurosas --qué otra cosa se puede esperar del verano, por mucho que se oiga en la calle que nadie recuerda un calor como este-- se movían en lo que es normal para estas latitudes.

No en vano, el sábado las ciudades extremeñas oscilaban entre los 36º de Badajoz y Mérida y los 35º de Cáceres.

Descenso brusco

La situación cambió bruscamente ayer, aunque el domingo ya se notó un ligero descenso. En pocas horas, los termómetros cayeron más de 10 grados, y las capitales extremeñas quedaban por debajo de los 25º de máxima.

Además, la lluvia, ausente desde hace meses, reaparecía y lo hacía de forma intensa en ciertas zonas, como el norte cacereño y el suroeste de Badajoz.

No es que haya refrescado, es que el descenso térmico ha sido tan brusco y tan intenso que se percibe una sensación de frío, y eso ya no es tan normal a estas alturas de verano.

Porque si las máximas bajaban de los 25º, las mínimas se iban al entorno de los 15º, y obligaban a recuperar, si no las mantas, sí alguna manta para las horas de relente nocturno.

No es previsible que nieve, al menos de momento, pero sí que esta situación de temperaturas anormalmente bajas para la estación continúe, al menos hoy y mañana.

Ya al final de la semana, Meteorología anuncia que los termómetros remontarán poco a poco, hasta restablecerse un tiempo de agosto en Extremadura. Como aspecto más positivo, el riesgo de incendios parece haberse alejado.