Sevillana de 30 años, no hace ni uno que llegó a la Uex, donde imparte clase a 300 alumnos en Filosofía y Letras, y comienza a hacerse un hueco entre los filósofos extremeños. Carla Carmona ofrece una conferencia mañana (Colegio Francisco de Sande, 10 horas) dentro de las VII Jornadas Filosóficas Paradoxa, organizadas por la Asociación de Filósofos Extremeños.

--Es escritora, escultora, crítica de danza, filósofa, investigadora... ¿Con qué se queda?

--Con una mezcla de todo, nada en concreto. No creo que haya un campo de especialización, eso es una idea errónea que nos hacemos, creo que las cosas están más conectadas de lo que creemos.

--¿De qué tratará su ponencia?

--De la relación entre lo que se llama modernismo y posmodernismo. Voy a cuestionar si tiene sentido decir que son dos fases distintas y hablar de los mismos términos en ambos tiempos. Mi idea es que sí tiene sentido, sobre todo en lo que respecta al arte. Este planteamiento se opone un poco a la crítica postmodernista del arte contemporáneo y de la filosofía, que cree que ya es una nueva época que requiere de nuevos medios de discurso y conceptos y se distancia de los antiguos, en mi opinión por una mala comprensión de los conceptos originarios.

--¿Falta filosofía en la sociedad?

--Claro que falta, pero filosofía son muchas cosas. Nos falta ser más rigurosos con el propio uso del lenguaje; nos falta un análisis más crítico con respecto a la sociedad; también ahora hay filosofía de la imagen y estamos bombardeados por imágenes, la filosofía puede ayudar a entender mejor las relaciones entre las imágenes. También hay filosofía de la historia que nos puede hacer entender mejor cómo se desarrolla la historia. La filosofía desde el punto de vista analítico es importante para toda la sociedad.

--¿Quién tiene la culpa? ¿Las nuevas tecnologías tal vez?

--No tanto las nuevas tecnologías sino cómo las usamos; la educación, las reformas del sistema, cómo se pasa de un curso a otro incluso con las asignaturas más importantes suspensas,...

--En la Grecia clásica los políticos eran filósofos y los más preparados, ¿queda algo de eso hoy?

--No, no queda nada. Para la gente no existe hoy en día diferencia entre lo que es política y economía. Los valores políticos son los valores de la economía y eso es lo que más manda en clase política. El concepto de ciudadano que se tenía en la Grecia clásica ya se ha perdido completamente, un ciudadano que participaba en la sociedad. También se ha perdido el concepto de político, ya más que una especie de sabio es un hombre de negocio.

--¿Es posible volver a eso?

--Habría que dar la vuelta a la sociedad desde lo más mínimo. Ha cambiado todo. No creo que haya que volver a otra época de la historia, lo que sí tendría sentido es hacer algo positivo con este momento actual. Quizás habría que hacer una reestructuración de los valores de hoy, no para volver a los clásicos, sino hacer algo con el mundo de hoy.

--Acaba de publicar un libro sobre Egon Schiele, ¿de dónde le viene el interés por este precoz artista?

--Empecé a interesarme sobre las relaciones entre la espiritualidad y el erotismo hace años. Siempre había tenido un interés por Wittgenstein, por su filosofía, por la Viena finisecular y aconsejada por mi director de tesis caí en la cuenta de que la Viena finisecular estaba muy presente. Estudié el caso de Egon Schiele y vi que las mismas relaciones que Wittgenstein establecía entre ética, estética y filosofía podía aplicarse a la pintura de Schiele. Ahí empezó todo.

--Es también crítica de danza contemporánea, ¿qué tiene que ver esta disciplina con la filosofía?

--En el fondo están relacionadas. Nietzsche en varios escritos dice que la filosofía es un poco de danza, que el filósofo auténtico está vivo como el bailarín. En eso coincide con Wittgenstein, que establece muchas conexiones entre el movimiento y la filosofía, como un modo de proceder que está vivo. Yo creo que la danza es un reflejo del pensamiento. A mí me sirve de mucho estar frente a un espectáculo de danza, muy vivo, y después tener que hacer un juicio de él, es un ejercicio de reflexión grande. La filosofía puede aprender mucho de eso.

--¿La crisis invita a la reflexión? ¿Se aprecia en la universidad?

--Supuestamente en los momento de crisis la gente reflexiona más. Pero en el ambiente que me muevo, entre mis alumnos, no veo ese tipo de reflexión critica con respecto a la situación actual, veo más bien resentimiento con respecto a las personas que no están en una mala situación. Y no vale con el sentimiento negativo, también hay que aportar cosas nuevas y crear valores nuevos y ese momento no lo veo. Lo que verdaderamente cambia la situación es hacer algo positivo con lo que hay, y ese momento no se está dando en la actualidad.