XExn esta absurda polémica en torno a las áreas protegidas en nuestra comunidad autónoma alguien parece empeñado en enfrentar la defensa de la agricultura y la ganadería con la protección del medio ambiente. Y lo primero que me gustaría resaltar es que es un dilema del todo inexistente.

No hay ninguna necesidad de enfrentar agricultura y medio ambiente porque si hay algún colectivo que haya derramado sudor y esfuerzo durante siglos por mantener nuestro medio ambiente han sido los agricultores y los ganaderos.

Han sido generaciones de pastores y campesinos de esta región los que han vivido pegados a la tierra, aprovechando sus recursos pero sin destrozar su belleza. Por eso, hoy podemos disfrutar del enclave natural de Monfragüe, del parque de Cornalvo, de la Garganta de los Infiernos y de esos mares de encinas que pueblan nuestras dehesas y se recuestan sobre esta tierra que los extremeños hemos aprendido a amar y respetar con el paso de los años.

¿Cómo no va a ser posible compaginar hoy la agricultura y el medio ambiente en una comunidad autónoma como la extremeña que tiene más de 4 millones de hectáreas? En estos momentos, el 21% de nuestra superficie regional dispone de algún tipo de protección medioambiental. A corto plazo esperamos, y deseamos, que ese porcentaje de superficie protegida se sitúe en torno al 30%, esto es, en torno a un millón doscientas mil hectáreas. Es evidente que en ambos lados hay espacio más que suficiente para que se desarrolle un sector agrario moderno y competitivo.

De hecho, basta mirar el crecimiento de sectores como la fruta, el tomate, el porcino ibérico o el vacuno para comprobar que a nuestro sector agrario no le siente nada mal la protección ambiental. Todo lo contrario, deberá ser la impronta de los productos agrarios de esta región.

En cualquier en los mercados se demanda hoy calidad, seguridad alimentaría y productos muy sanos, muy naturales. Y precisamente ese sello de calidad y de producciones naturales que, sin duda, da un medio ambiente bien conservado constituye hoy un valor añadido muy importante para nuestras producciones agroganaderas.

Además, incluso en ese 30 por ciento de superficie protegida se pueden llegar a desarrollar explotaciones agrarias con las lógicas y razonables limitaciones, claro está. Limitaciones tan sencillas como la de reducir a unas horas específicas, determinadas tareas sólo cuando vive cerca una colonia de buitres negros o de águilas reales.

Tal vez eso constituya una ligera molestia a los ganaderos afectadas, pero conviene recordar que esas aves que procuramos conservar están en vías de extinción en todo el planeta y creo que tenemos la obligación de protegerlas.

Además de la obligación y la satisfacción que nos proporciona proteger a esas aves, y en general a nuestro patrimonio natural, hay consideraciones muy prácticas y muy concretas que no se pueden obviar. Por ejemplo, no se puede ignorar que buena parte del turismo que llena hoteles de Cáceres, Plasencia o Zafra llega atraído por nuestra riqueza medioambiental. Monfragüe, sólo Monfragüe, recibe cada año a casi 300.000 visitantes deseosos de contemplar encinas, buitres negros, águilas imperiales?, el segundo emplazamiento más visitado de Extremadura después del conjunto monumental de Mérida.

Por suerte, los extremeños podemos decir que vivimos en una comunidad autónoma grande y muy hermosa. Y es en este contexto geográfico donde cabemos todos: agricultores, ganaderos, amantes de la naturaleza, turistas... Y también hay sitio para las cigüeñas, el cernícalo primilla, el elanio azul y otras tantas especies que hoy sigue reproduciéndose y viviendo en nuestra tierra, en Extremadura. La clave de todo está en convivir.

*Director General de Medio Ambiente