Detenido por simular un robo, un accidente o incluso un secuestro. Son titulares frecuentes en los medios de comunicación, sobre todo ahora en época de crisis, cuando se agudiza el ingenio para tramar estafas con el objetivo de reparar daños causados en una vivienda o un vehículo sin pagar ni un euro o conseguir algo de dinero extra. Sobre un 20% han crecido en Extremadura los intentos de fraudes a las aseguradoras en el último año, al mismo ritmo que han venido haciéndolo en el resto del país. Ha notado este incremento también el presidente de la Asociación de Peritos de Seguros y Comisarios de Averías de Extremadura (Apcas), José Luis Fernández. "En épocas de crisis es obvio que el fraude aumenta", asegura.

Frente a los 1.580 casos fraudulentos registrados durante el 2008, el pasado año la cifra se incrementó hasta los casi 2.300; pero no resulta comparable al incluir el último estudio de Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras (Icea) más compañías que el anterior. El sector del automóvil continúa siendo el más perjudicado y el que más despierta la picaresca de los asegurados.

Algunos de estos falsos relatos están muy estudiados y jamás llegan a descubrirse, también porque investigarlos cuesta a veces más dinero. Pero la mayoría caen por su propio peso. En su detección tiene un papel decisivo la actuación del perito de seguro, que dictamina las causas del siniestro, valora los daños y formula la indemnización. "Es normal que al leer la declaración del siniestro y el relato de los hechos ya detecte algún elemento no coincidente. Aunque no es fácil y cada vez menos porque el defraudador sabe más, se profesionaliza y prepara mejor los siniestro", explica Fernández.

La principal alerta de que se trata de un siniestro "anómalo" es la propia declaración de accidente y el relato del suceso. "Esta acción por sí sola o en combinación con otras puede detectar más del 50% de los casos", apunta el presidente de Apcas. Daños que no se corresponden con la mecánica del accidente, que denotan más antigüedad, desproporcionados, simulación de heridas en la persona y prolongación del tiempo de curación son los casos más comunes para defraudar a las compañías de seguros.

Uno de los últimos descubiertos en la región se saldó con tres detenidos en Fuente de León y Oliva de la Frontera hace unas semanas. Fueron acusados de falsificar un parte amistoso tras un accidente de tráfico para estafar a la aseguradora, que se percató de la trama al detectar irregularidades en la documentación del propietario del turismo siniestrado que implicaba a otro vehículo. En las investigaciones se descubrió que el titular se salió de la vía y sufrió cuantiosos daños materiales que se hizo él mismo, pero que al estar el vehículo asegurado solo a terceros no le cubría estos daños. Pero no solo es cosa de automóviles, la simulación por robo de mercancías que no se tenían, de accidentes laborales o de circulación para conseguir indemnización y provocar un incendio en una industria para liberarse de pagos y cobrar la pérdida de beneficios son otros de las más usuales. La simulación de delito se castiga con una multa pero puede conllevar un delito de estafa con penas de hasta tres años de cárcel.