El cerebro aprende con mucha facilidad. Aprendemos, y además casi sin darnos cuenta aprendemos a aprender. El aprendizaje tiene una serie de etapas. La primera parece clara y suele iniciarse con la respuesta a una pregunta:

¿Qué tengo queaprender?

Como primera pregunta, ¿Es correcta?

Es habitual, cuando comenzamos a practicar deporte, empezar a "jugar" directamente. Mi hijo le da a una pelota sin saber cuál es la mejor forma de darle. Y yo le enseño un par de trucos sin tener ni idea. Así somos los padres, sabemos de todo. Solemos aprender por nuestra cuenta técnicas que la mayoría de las veces no son las adecuadas. Posteriormente mi hijo quiere ser jugador del Real Madrid. Y entonces llega la pregunta. ¿Qué tiene que aprender?

¿Es ésta la pregunta correcta?

Parece que antes de aprender algo nuevo tengo que aprender a quitarme los vicios que como "buen" padre, he creado.

¿Qué tengo quedesaprender?

En el fútbol parece que se entiende. Qué sería de este país sin fútbol. Pero es muy raro aplicar esta pregunta como primera etapa del aprendizaje en los demás dominios de nuestra vida. Ni que decir tiene en el laboral. Nos cuesta decir "No sé" y estoy pidiendo que digamos "Lo que sé, lo tengo que dejar de saber".

Aprender, ya hemos dicho que es fácil. Tenemos tantas neuronas como hojas hay en todos los árboles del amazonas. Que por cierto, cada vez son menos. Los árboles, quiero decir. Parece que desaprender no es tan fácil. Lo primero, como casi siempre, la humildad. Hagamos por un minuto de Sócrates y reconozcamos que no sabemos. Después, preguntémonos.

¿Qué tienes que desaprender?