Ni el frío ni el viento que sopló ayer y el viernes desanimaron a los fieles en Plasencia y las calles del centro se volvieron a llenar para ver las últimas procesiones de la Semana Santa placentina. Como cada jornada, las cofradías no olvidaron a las víctimas del atentado del 11-M y colocaron crespones tanto en pasos como en estandartes.

Los cofrades de la Soledad y el Santo Sepulcro, vestidos de blanco y negro, salieron ayer a las ocho de la tarde de Santo Domingo con sus cinco pasos cargados por costaleros y acompañados por el obispo Amadeo Rodríguez, la alcaldesa Elia Blanco, el presidente de la diputación provincial Juan Andrés Tovar y una treintena de agentes de la Guardia Civil, hermano mayor de la cofradía, que escoltaron al Santo Sepulcro.

Precisamente, la urna barroca con el Cristo yacente, uno de los pasos más valiosos y apreciados de la Semana Santa placentina, abrió el desfile. Le seguían San Pedro arrepentido, custodiado por miembros de Protección Civil; la imagen de la Magdalena; San Juan, escoltado por voluntarios de Cruz Roja y Nuestra Señora de La Soledad, imagen de vestir tallada en 1764 por Luis Salvador Carmona, a la que acompañaron unas 25 mujeres de luto y ataviadas con mantilla. El paso iba además escoltado por agentes del cuerpo nacional de policía. La banda de cornetas y tambores de la OJE y la banda de romanos pusieron la nota musical al desfile procesional, que cerró una nutrida representación de cada una de las cofradías placentinas.

EL DESCENDIMIENTO También desde la iglesia de Santo Domingo salieron a las nueve de la noche del viernes los cofrades del Santísimo Crucifijo y Descendimiento de la Cruz ataviados con capa y caperuz blancos, túnica morada, cíngulo amarillo y guantes blancos.

Escoltaron al Cristo de la Agonía, del siglo XVI; al Descendimiento de la Cruz, paso de siete figuras tallado en 1925; La Piedad, obra de José Jerique y réplica de una imagen de Salcillo que se conserva en Murcia, y Nuestro Padre Jesús Nazareno.