Indignación y lágrimas en el ingreso en prisión de los policías de Miajadas

Francisco Miguel S. V. y Juan Francisco R. M. habían acordado con el comandante del Puesto de la Guardia Civil de Miajadas, al que la Audiencia en su auto había librado orden de detención, que ingresarían en prisión a las 11.00 horas del martes 4 de febrero, y cumplieron.

Poco antes de la hora prevista, ante las puertas del centro cacereño, varios agentes de la Guardia Civil esperaban la llegada de los dos condenados. Estos, vestidos con sus uniformes y acompañados por medio centenar de familiares y compañeros --"hubiese venido todo el pueblo, pero ellos han preferido que no lo hicieran", comentó un familiar-- lo hacían apenas 10 minutos antes de las once de la mañana.

Aparentemente serenos, Francisco Miguel y Juan Francisco recorrieron, siempre arropados por sus acompañantes, la corta distancia entre los aparcamientos exteriores del centro y la entrada del mismo. Reconocieron estar "completamente abatidos, sin creer aún lo que está pasando", y la serenidad se transformó en lágrimas con las despedidas.

Cargados con sus maletas subieron las escaleras y, entre aplausos y gritos de ánimo de todos los presentes, se perdieron tras las puertas de acceso al centro penitenciario.

En el exterior las lágrimas se transformaron en gritos de indignación. "Lo que están haciendo con estos dos policías, con dos personas inocentes que, además, son buenas personas, es una injusticia grandísima. Esto no tiene ni pies ni cabeza".

Sus compañeros aseguraban a este diario sentir "una gran impotencia. Ellos están abatidos, y no es para menos, pues lo que está pasando es totalmente injusto", afirmaron.

Para ellos, al igual que para sus familiares y amigos, ahora sólo cabe esperar. Según manifestó uno de sus compañeros, "como policías tenemos que tener siempre confianza en la justicia, y en este caso confiamos en que ésta resuelva, a favor de nuestros compañeros, cuanto antes".