Este oliventino de 54 años llegó a la presidencia de Caja Rural de Extremadura en noviembre del 2006. Además de estar al frente de esta entidad es propietario de cuatro explotaciones porcinas y de una fábrica de piensos.

--Apenas si lleva dos años y medio al frente de Caja Rural de Extremadura y ya preside la Asociación Española de Cajas Rurales, ¿se esperaba una cosa así?

--No. Además, hay que tener en cuenta que Caja Rural de Extremadura ocupa el número 17 dentro de las cajas rurales españolas. En cualquier caso, he recibido la confianza del grupo, que me ha encomendado la misión de dirigirlo en unos momentos como estos, muy complicados, pero también muy apasionantes. Mi objetivo será llegar a un tipo de banca federada que, sin perder la autonomía que tiene cada entidad, nos permita alcanzar acuerdos que fortalezcan este modelo, que es antiguo pero que ha dado buenos resultados.

--Estos acuerdos, ¿podrían ser fusiones?

--El modelo que tenemos no se plantea sobre la base de hacer fusiones, aunque tampoco puede descartarse que se produzca alguna. El modelo es más bien el de trabar garantías entre nosotros: todos respondemos por todos. La idea es marchar como una sola caja pero sin perder la independencia.

--¿Cuál es la salud de las cooperativas de crédito españolas?

--Buena. En estos momentos estamos mejor que el resto del sistema financiero, tanto en tasas de morosidad como de cobertura. Además, tampoco podemos olvidar que en conjunto las cajas rurales suponen el quinto grupo financiero del país.

--¿Qué papel deben desempeñar las cajas rurales dentro del sistema financiero español?

--Lo que diferencia a las cajas rurales del resto es que no nos vamos fuera, que hacemos una banca de cercanía. Y es a lo que se va a tender, a conocer los problemas de cada cliente, a no considerarlo solo como un número. Quizás seamos menos competitivos, pero estamos más apegados a la tierra.