«No va a reemplazar a los cultivos tradicionales, pero puede ser una estrategia en el marco de los espacios rurales para diferenciarse», dice Francisco Vázquez, investigador de Cicytex al frente de un estudio sobre la producción de plantas aromáticas que comienza a dar sus primeros frutos y abre perspectivas de negocio para las zonas rurales de la región. De momento están trabajando con ocho especies, a comienzos de 2019 tendrán 14 y a finales serán una veintena de variedades las que tendrán monitorizadas tanto en las instalaciones de la finca de La Orden (donde realiza sus ensayos Cicytex) como en otros cultivos privados.

Los primeros pasos de la investigación comenzaron hace ya dos décadas con la selección de semillas de especies autóctonas que tuvieron que buscar en viveros extranjeros porque no se conservaban en España. «Actualmente tenemos en el banco de germoplasmas (banco genético de conservación de recursos), más de 600 entradas procedentes de materiales de interés aromático, medicinal o condimentario de origen extremeño», cuenta Vázquez. Ese ‘archivo’ de aromáticas es esencial para la industria porque permite registrar las características de cada una de las variedades y las posibles aplicaciones en cada caso, y la industria de las aromáticas es un negocio en expansión en el que pujan industrias tan potentes como la agroalimentaria, la farmacéutica y la cosmética. «Extremadura reune unas condiciones extraordinarias para producir al menos 60 o 70 variedades distintas, porque tenemos terrenos a 1.000 metros y a cien, más húmedos y más secos... por lo que puede ser una producción sostenible que complemente otras actividades», concreta Vázquez.

Cicytex está trabajando con dos líneas de investigación. Una de ellas, la principal, es la que está destinada a realizar una selección de especies autóctonas, sobre las que hay una demanda elevada y diversificada. Se ha empezado con dos líneas de orégano, tres de tomillo y algo de lavanda pero para el próximo año habrá más. Todas estas variedades de aromáticas se producen de forma silvestre en el campo y se recolectan para extraer sus aceites esenciales, pero se hace sin control. Todo lo que se genera se vende, pero la calidad (y el precio) fluctúa en función de la condiciones climatológicas y del terreno. Lo que pretende esta investigación es, precisamente, homogeneizar la calidad, seleccionar estándares más altos y elevar también los rendimientos para maximizar el beneficio para los productores.

Enorme potencial

«El potencial de las aromáticas es muy grande y el potencial de estas que estamos seleccionando lo es muy especialmente. Todas son especies autóctonas que están instaladas en el mercado y la demanda se sufraga ahora mismo con recolecciones naturales, lo cual genera además un problema en el entorno y afecta a la calidad, que es fluctuante porque depende de las condiciones ambientales que haya tenido la planta en su desarrollo», reconoce el investigador. «De esa forma, aunque se pueda comprar la del campo, siempre va a tener un precio por debajo del que tendrá uno cultivado por ese factor de control de la calidad», añade.

El ‘potencial’ de las aromáticas se mide en euros. Una hectárea de lavanda tiene un rendimiento aproximado de entre 60 y 80 litros de aceite esencial y este alcanza un precio de unos 55 euros por litro en el mercado mayorista (unos 4.000 euros por hectárea). Esto sería en el caso de una especie con rendimientos más o menos altos, si se tiene en cuenta que en el caso de la industria cosmética, por ejemplo, para fabricar medio kilo de jabón se puede utilizar medio mililitro de aceite esencial. Hay otras especies, con rendimientos más bajos y eso se suele traducir en precios estratosféricos. La melisa, por ejemplo, tiene un rendimiento de unos 6 litros por hectárea. Pero su aceite esencial ronda los 800 euros por litro.

Todas las aromáticas tienen una situación fluctuante porque su uso obecede a modas en muchos casos, con picos que inundan todo y a un precio muy elevado durante un tiempo, y después pasan al olvido sustituidas otra nueva variedad. Eso está pasando con un tipo de lavanda endémico del sur de la península, que es la lavanda sevillana, presente en Extremadura junto a otras variedades igualmente silvestres pero menos apreciadas. «Se está recolectando de forma natural y está cubriendo la demanda con lo que hay». Pero el cultivo puede multiplicar los rendimientos y los beneficios, según la investigación de Cicytex.

Lavanda y salvia

Juan Pizarro es de los que se ha zambullido en el negocio de las aromáticas. El año pasado plantó una hectárea de lavanda y otra de salvia hispánica (la única explotación que lo cultiva en España) para hacer aceite esencial para perfumería. Pero ya piensa en llegar a las 20 hectáreas en un plazo de cinco o seis año y para la próxima campaña ampliará la producción hasta las nueve o diez hectáreas, con dos hectáreas más de salvia, otras cuatro de lavanda y 160.000 plantas de una especie de tomillo que ahora tiene una cotización alta. Además ya está poniendo en marcha su propia destilería industrial para poder extraer las esencias de sus plantas sin necesidad de intermediarios.

«Las aromáticas son un campo desconocido aún en Extremadura, pero son rentables aún sin subvención. Eso sí, es un mercado difícil en el que hay que vender antes de producir», dice este empresario de Ribera del Fresno que tiene en las aromáticas un complemento a su taller para fabricar molinos de extracción de agua.

Más que una moda

Hay una cierta movilización en el suroeste ibérico por las aromáticas y de hecho en regiones del centro de Portugal, con características similares a Extremadura también se está investigado. La movilización responde al potencial económico que tienen estos cultivos y que está disparando el interés. «No va a ser algo pasajero. Tampoco creo que inunde el mercado aunque cómo se dimensionará es algo que nos dirá el futuro. Sí estamos convencidos de que esto no morirá», concluye Vázquez. De hecho, desde Cicytex mantienen una segunda línea de investigación en la que están probando con distintas especies foráneas que tienen una elevada demanda y además diversificada. De momento están trabajando con mejorana y hierba luisa, van a comenzar con valeriana y se prevé trabajar a partir del próximo año con dos o tres especies más. «Todas tienen salida en la industria cosmética, la farmacéutica y la agroalimentaria, por lo que aunque algunas de esas demandas puedan verse mermadas, habría más cintura para poder seguir sacando al mercado las producciones para los otros sectores», dice el investigador sobre estas especies que, antes de ir al campo, han trabajado en el laboratorio para evaluar sus características y rendimientos. «Hay buenos resultados en general y por las características de Extremadura, hay más ventajas que limitaciones en la producción de aromáticas», concluye Vázquez.