"Hay que dejar a cada uno ser quien es para que pueda ser feliz". Este es una de las consignas que Fernando lleva por bandera en su vida e intenta infundir a la sociedad. Y lo hace con más ahínco desde que un psicólogo le comunicó que la única causa del bajo rendimiento escolar de su hija se basaba simplemente en que su hija era su hijo. Acudieron al especialista porque cuando empezó desarrollar comenzó a perder la comunicación con el mundo exterior. Hasta entonces pensó que Paula era simplemente diferente a sus dos hermanas, pero nunca imaginó que podría ser transexual a pesar de que siempre le gustó "hacer cosas de niños: le gustaban los deportes de contacto, se resistía a jugar con muñecas y a ponerse el traje de la comunión, ese fue el último vestido que se puso y tuvimos que negociar. Se ha pasado desde pequeño en chándal". Reconoce que hasta que aquel psicólogo le hablo de la transexualidad nunca se había dado cuenta: "Lo miro ahora con retrospectiva y pienso que fui tonto porque no veía esos avisos".

No fue una situación fácil, es un proceso en el que hubo dolor porque se pierde una identidad que nunca ha existido pero está ahí, cuenta Fernando. "Es una cosa muy rara, es como el entierro de un cuerpo". Además había miedo al prejuicio o al qué dirán pero siempre fue consciente de que la familia debe ser el principal apoyo. "Si en casa que es el lugar sagrado no te ayudan pues apaga y vámonos. Si preguntaran a cualquier padre si quiere tener un hijo transexual nadie respondería que sí, pero si preguntas quién quiere que su hijo sea feliz todo cambia". Y eso es lo que más le importa a este padre que cuenta su experiencia siempre que se lo piden. "Pau (el nombre actual de su hijo) es la persona más normal y feliz del mundo; soltó aquel lastre, empezó a vivir como se sentía y volvió a mejorar en los estudios".

El pasado verano comenzó el tratamiento hormonal, en su caso hay disforia de género y posiblemente en el futuro se someta a alguna operación pero de momento solo tiene 14 años. "No me gusta el concepto de cuerpo equivocado, están en su cuerpo, los equivocados somos nosotros porque la sociedad todavía no acepta ese cambio de género", aunque Fernando afirma que nunca ha sentido el rechazo de su pueblo, Torremayor: "Es cierto que Pau ha dejado algunos amigos por el camino, pero la aceptación es buena". Alaba el papel de la Fundación Triángulo así como el del profesorado del centro que le ha dado a su hijo la llave de un aseo de profesores. "Algo tan básico como ir al baño es un dilema para ellos". Fernando destaca el coraje de las personas transexuales: "Muchos no tenemos ni la mitad de valentía que ellos para enfrentarnos a situaciones difíciles", espeta este padre orgulloso de ver a su hijo feliz.