El número de contribuyentes extremeños con una base imponible en el Impuesto de la Renta superior a los 150.000 euros ha caído a menos de la mitad desde el 2008. Ese año las estadísticas de la Agencia Tributaria recogían 717 declaraciones, mientras que en el IRPF del 2013 --el de la campaña realizada en el 2014 y último con datos disponibles-- se contabilizaron solo 318. De ellos, 310 estaban en el segmento que va de los 150.000 a 601.000 euros y los ocho restantes en el que sobrepasa los 601.000 euros (en el 2008 eran 47). En el escalón anterior de renta, el que arranca en los 60.000 euros anuales, también se ha producido una bajada en este mismo periodo de tiempo, si bien ha sido menos significativa, de 8.546 liquidaciones a 6.332, un -26%. En contraste con estas evoluciones, el conjunto de declaraciones ha aumentado ligeramente.

El descenso en los dos tramos de rendimiento superiores ha sido generalizado en España, donde la cifra de contribuyentes con unos ingresos por encima de los 150.000 euros se ha recortado en un 33,8%, aunque la merma ha sido bastante más acusada en Extremadura, ya que ha alcanzado el 55,6%.

La base imponible general (fundamentalmente rendimientos del trabajo, de actividades económicas o de capital inmobiliario) de estos contribuyentes sumó en Extremadura 53,5 millones de euros en el 2013 (un promedio de 168.458 euros). Además, la mayor parte de ellos --298-- cuenta con rentas procedentes del ahorro. En total, la base imponible del ahorro (rendimientos de capital mobiliario y ganancias y pérdidas patrimoniales) sumó en la región 19,2 millones de euros (una media de 64.666 por persona).

Los contribuyentes con rentas altas suponen una escasa proporción del total en Extremadura. Los que cuentan con una base imponible de entre 150.000 y 601.000 euros apenas si representan un 0,12% del total, pero aportan un 2,61% de la recaudación, 25,4 millones de euros, lo que supone una media de 82.166. Esta cifra multiplica por más de veinte la que abona un contribuyente extremeño medio (3.832 euros).

DIFERENCIAS ENTRE REGIONES Según un reciente informe del Registro de Asesores Fiscales REAF-REGAF, órgano especializado en materia fiscal del Consejo General de Economistas, Extremadura es actualmente una de las regiones donde más se paga por IRPF. En el caso de las rentas más altas, bajo el supuesto que plantea el estudio --el de un contribuyente soltero y sin hijos de menos de 65 años sin renta alguna diferente a la que proviene del trabajo personal-- la región aparece como la segunda donde el impuesto final es más elevado en los dos escenarios de ingresos contemplados. Solo queda por encima, en ambos, Cantabria. En el caso de alguien con unas rentas de 220.000 euros anuales, la diferencia entre el pago fiscal por IRPF en Extremadura y Madrid sería de 6.508 euros.

En este sentido, la Comunidad de Madrid, la que tiene unos impuestos más bajos, es también la que concentra una mayor proporción de las rentas altas en España (25.945, más de un 40% del total) y, aunque su número no se ha librado de sufrir un notable descenso en los últimos años, este ha sido del 20,7% desde el 2008, considerablemente menor a la media estatal.

¿Puede la diferencia de tributación entre regiones causar el trasvase de este perfil de contribuyente de una región a otra? "De esto siempre se habla, pero es difícil saber hasta qué punto influye", sostiene Luis del Amo, secretario técnico del REAF-REGAF, para quien, eso sí, "lo que es casi seguro es que la fiscalidad que tiene Extremadura no ayuda" a retenerlos.

En opinión de este experto, más que los tipos aplicables en el IRPF, lo que sí puede tener transcendencia a la hora de optar por una residencia fiscal u otra es el pack tributario completo, teniendo en cuenta también otros gravámenes como "el impuesto de patrimonio, que también es elevado en Extremadura, y el de sucesiones y donaciones, que tampoco tiene una fiscalidad muy favorable en relación a otras regiones".

En el caso del Impuesto de Patrimonio, la comunidad autónoma aparece en el ranking del REAF-REGAF como el segundo territorio donde más tendría que pagar un contribuyente con 800.000 euros de patrimonio --en el que ya no se tienen en cuenta los 300.000 de vivienda habitual-- y como la más exigente en las otras dos hipótesis (cuatro y quince millones de euros). En este último caso, la diferencia de tributación con Madrid (donde se no se pagaría nada) sería de más de 410.000 euros.

José María Mollinedo, secretario general del sindicato de técnicos de Hacienda Gestha, no cree en cambio que las oscilaciones de tipos impositivos entre regiones puedan tener un impacto en la domiciliación fiscal de estos contribuyentes. "Una compañía sí puede variar más fácilmente de domicilio social, pero una persona mantiene unos vínculos familiares y personales que le hacen más difícil cambiarse", apunta Mollinedo, quien considera más bien que ha podido ser la disminución generalizada de las retribuciones a causa de la crisis la que ha ido desplazando a algunos de estos contribuyentes con rentas más altas a los segmentos inferiores. "¿Por qué hay muchas personas con altas rentas que residen en Madrid o en Barcelona? Porque ahí está la sede principal de las grandes compañías y los directivos o los consejeros tienen rentas elevadas", argumenta.

Además, agrega, "existen muchos mecanismos que las grandes fortunas tienen para no verse abocadas a cambiar su domicilio por cuestiones fiscales". En este sentido, sí considera que también pueden haber influido las estrategias fiscales seguidas en algunos casos para disminuir los pagos impositivos, como "dejar de contribuir en el IRPF y hacerlo, en menor cuantía, a través del Impuesto de Sociedades".