Extremadura es una de las regiones en donde mueren más personas accidentadas en moto. El 3,1% de los conductores que sufren percances con este tipo de vehículos fallecen, lo que supone una cifra superior a la media nacional, que se sitúa casi un punto por debajo (2,2%). Estos datos, reflejados en un estudio elaborado por diversos automóviles club europeos y recogidos por el RACC, sitúan a la región por encima de comunidades como Cataluña (1,3%), Madrid (1,2%), Valencia (2,2%) y Andalucía (2,3%), entre otras, en las que los parques de ciclomotores son mucho más elevados --en Extremadura existen 19.810 motocicletas, de las que 7.338 se encuentran en la provincia cacereña--.

Los datos son muy diferentes si el análisis se realiza por provincias. En este sentido, Cáceres es una de las que presenta una mayor mortalidad por accidente de moto, con un porcentaje que se dispara hasta el 7,14%, muy por encima del de Badajoz, que con sólo un 2,3% se aproxima a la media nacional. En este ránking, de nuevo, las cifras cacereñas superan a provincias como Barcelona (0,99%) o Madrid (1,24%).

LA UTILIDAD DEL CASCO

Para los expertos, la elevada mortalidad por accidente de motos en la comunidad extremeña se debe a la baja utilización del casco. Según el estudio del RACC, los datos reflejan un fenómeno curioso: en las grandes zonas urbanas, el uso del casco está mucho más instaurado que en el interior y en las zonas de playa. A todo ello también se suma el buen clima que existe en la región y que propicia el uso de la moto, según destaca el estudio sobre seguridad.

Los informes de la Dirección General de Tráfico sobre siniestralidad sostienen que en las grandes áreas urbanas la utilización del casco como elemento de seguridad es mucho más común --curiosamente, en Barcelona el uso está próximo al 100%--, mientras que en las zonas rurales del interior la cifra de conductores que emplean el casco se encuentra muy por debajo de los enclaves más seguros del país.

Los estudios elaborados por el RACC señalan que no utilizar el casco multiplica por cuatro la probabilidad de morir en un accidente de motocicleta o ciclomotor, mientras que reduce en un 21% la posibilidad de resultar herido leve.

Su utilización es obligatoria desde 1992, aunque, a pesar de esta normativa restrictiva, según la Dirección General de Tráfico, más de la mitad de las personas que perdieron la vida en un accidente sobre dos ruedas no usaban casco.