Summer is coming. Es el título de un nuevo informe que advierte de la «emergencia climática» que se avecina: las temperaturas llegarán a subir en Extremadura hasta tres grados centígrados en el año 2050. Este es uno de los escenarios más negativos si no se pone remedio ya, según el último estudio del Observatorio de la Sostenibilidad, que analiza el incremento de los termómetros en todo el país con los datos recogidos por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).

Las consecuencias del cambio climático, de hecho, se dejan notar ya en todas las comunidades, aunque la evolución futura de las temperaturas previstas no será exactamente la misma. Y Extremadura está entre las más perjudicadas. Mientras en las dos provincias extremeñas dentro de 30 años se habla de un incremento de hasta tres grados más, en La Coruña se prevé que los termómetros suban la mitad en el mismo periodo de tiempo: 1,5 grados. Solo Toledo (3,3 grados más), Madrid (3,1), Ávila (3,1) y Cuenca (3,1) superan a Cáceres y Badajoz.

¿Qué hay de cierto? ¿Lo estamos notando ya? «Ya estamos viendo que se producen olas de calor más frecuentes y más intensas; hace un mes en Francia tres estaciones marcaron 46 grados y en Extremadura el verano pasado en dos estaciones se alcanzaron los 45 grados, son temperaturas muy elevadas que se dan con una cierta frecuencia que antes era inusitada», explica Marcelino Núñez, delegado territorial de la Aemet. No obstante, el cambio climático no se puede atribuir solo a un verano. «Hay que analizar los datos con perspectiva y lo que sí hemos visto es que los veranos de hace 10 años eran más cortos. Un reciente estudio dice que cada verano está creciendo 10 días cada década», prosigue Núñez. A su juicio, de esos tres grados más que se podrían alcanzar de media en 2050, al menos 1 o 1,5 grados ya conviven con nosotros. «La referencia que se usa en todo el mundo es el treintenio 61-90 y sobre eso se prevé esa subida», explica.

Los datos del Observatorio de la Sostenibilidad muestran también la evolución de los termómetros durante los veranos de las últimas tres décadas en las dos provincias. En Cáceres, entre los años 1983 y 1987 la temperatura media en verano fue de 15,8 grados centígrados y entre 2014 y 2018 subió hasta los 16,9%. Esto supone un aumento de más de un grado en los últimos 35 años. En Badajoz, por su parte, en los últimos 63 años el incremento ha sido de 1,5 grados: entre 1955 y 1959 la temperatura media en verano fue de 16,4 grados y entre 2014 y 2018, de 17,9 grados, según el estudio Summer is coming.

¿Se preveía esta evolución? «En las previsiones que se han hecho a partir del 2000 y según los datos recogidos entre 2000 y 2018, ni poniéndose en el peor de los casos, consiguieron prever lo que está ocurriendo ahora; esto es mucho peor de lo que se pensaba y no afectará igual a todas las comunidades», indica Fernando Prieto, doctor en Ecología y cofundador del Observatorio de Sostenibilidad.

¿Está siendo la sociedad conscierte del problema? «Afortunadamente hasta el político más reacio está viendo la situación; y la sociedad está reaccionando, quién me iba a decir que habría concentraciones en pro del clima cada viernes en Cáceres o Badajoz», dice Núñez, aunque advierte de que aún queda mucho por hacer. «Estamos a tiempo de cambiar el futuro pero lo que no podemos cambiar ya es la evolución de los próximos 10 o 15 años, esos están comprometidos porque el CO2 ya está en la atmósfera», apunta Núñez.

Para Prieto la situación es de «emergencia climática», por eso urge actuar con firmeza para «intentar paliar los problemas que se van a producir en el futuro». Ya advierte de que las ciudades necesitarán tener muchas más zonas verdes para introducir agua en ellas «y, por supuesto, también dejar de emitir contaminantes mucho más». Sin embargo, para Núñez el término correcto sería crisis climática. «No es una emergencia para salir corriendo, pero sí una crisis en las que hay que cambiar la forma de las hacer las cosas porque estamos ante un cambio climático rápido».

Pero, además, el aumento de temperaturas no es el único escenario que se avecina. «También estamos viendo que hay más irregularidad en las precipitaciones». Según otro estudio, entre 1981-2018 se observa que Extremadura es la quinta comunidad donde ha aumentado la precipitación de una forma más fuerte, por detrás de Asturias, Navarra, Cantabria e Islas Baleares. Y las previsiones apuntan a lluvias más escasas en el año 2050. En la provincia de Cáceres las precipitaciones medias se habrán reducido en más de 200 milímetros (mm) de agua y en Badajoz la reducción será de 164 mm.

¿Estamos a tiempo de cambiar las previsiones? «Si empezamos ya a lo mejor, pero hay consecuencias con las que tendremos que vivir ya en los próximos siglos».