Aparte de ser un icono del cine, Audrey Hepburn también lo fue de la moda desde que desembarcó en EEUU para rodar Vacaciones en Roma (1953). Su gestualidad y carácter la convirtieron en símbolo inequívoco de aquella época. Mucho se ha escrito sobre lo que representó, pero nunca como en Audrey Hepburn. En portada (Cúpula), de Scott Brizel, que recorre su vida a través de las primeras páginas de las revistas para las que posó.

Durante su etapa británica, fue considerada por la inglesa Illustrated como "la otra Hepburn en referencia a Katharine", algo que cambió apenas dos años después. Una revista brasileña mostró en 1956 las pruebas de cámara con las que obtuvo su papel en Vacaciones en Roma. La francesa Photo Roman, mientras, transformó el filme de William Wyler en fotonovela.

En su siguiente filme, Sabrina (1954), debía trabajar con Balenciaga, pero por problemas de calendario lo hizo con Givenchy. "Era capaz de mejorar mis creaciones y llevarlas con elegancia, estilo y simplicidad", llegó a decir el modisto francés. Antes de conocerla, pensaba que se encontraría con Katharine Hepburn, pero ambos conectaron y de ahí salió el mítico traje de baile de organdí blanco con bordado floral que apareció en revistas como la francesa Ciné Revue. Durante la promoción del filme, Audrey apareció en la portada de revistas de todo el mundo como Asahi Camera (Japón), This world (Israel) y, claro, Cahiers du Cinéma, que tituló con un escueto: El amor al cine.

Su boda con Mel Ferrer no pasó inadvertida. La revista sueca Idun les dedicó una portada en 1954, como tantos otros medios. Poco después, aceptó actuar en Guerra y paz (1956), siendo la actriz mejor pagada del momento (283.000 euros), como recordó la americana Parade.

El libro recupera el motivo por el que Hepburn participó en Cara de ángel (1957). "Quería hacer realidad la ilusión de toda mujer: bailar con Fred Astaire". En la turca Hayat, demostró su sentido del estilo cubriéndose la cabeza con una servilleta convertida en gorro. En 1957, un nuevo corte con media melena ondulada causó sensación entre las mujeres. Tampoco pasó por alto su cara angelical en Historia de una monja (1959). Uno de los medios que le dedicó su portada fue el fancine español Audrey Hepburn Magazine.

PUBLICACIONES ESPAÑOLAS Meses después de Desayuno con diamantes (1961), posó para Lecturas, que reprodujo su pamela, sus pendientes y sus gafas en el filme. La también española Vea y Lea publicó en portada una foto promocional muy poco habitual. El resto de medios internacionales destacaron sus mechas rubias. Una melena que adornó con uno de sus característicos moños en Charada (1963).

No se cansó de posar, ni en su madurez, cuando fueron más notorias sus obras benéficas. Hasta tal punto que su última portada fue apenas unos meses antes de que se la llevara un cáncer de colon en 1993, cuando tenía 63 años.