El mensaje por radiofrecuencia del taxista avisaba del cierre de la vía a los colegas: "Vamos a ver, no subáis por las Ramblas, que está rodando Harry Potter y no podemos pasar". Sí, estaban rodando en las Ramblas de Barcelona. Pero no, no había ni rastro del mago que parió la varita de la escritora J. K. Rowling. Estaba, en realidad, Woody Allen, quien ha logrado juntar a políticos de distinto signo en la misma foto y se ha convertido en solo un par de días en una atracción más de Barcelona. Ayer colapsó las famosas Ramblas y el paseo de Colón para filmar unas escenas en las que la actriz Scarlett Johansson visita la ciudad como una turista cualquiera.

Mientras el taxi que anunciaba por error la presencia de la escoba voladora de Potter daba un rodeo para llegar a su destino, miles de personas se quedaban paradas frente al mercado de la Boqueria, donde trabajaban Allen y su musa. Mientras el el grupo municipal del PP en el Ayuntamiento de Barcelona buscaba pelea en el pleno llamando "provincianos" a los políticos que se daban "codazos" por retratarse junto al director, los curiosos se apelotonaban en un lateral de las Ramblas para intentar ver algo, aunque fuera la misma gorra, la misma camisa y el mismo pantalón del director. El colapso era de película.

Johansson saludó a los espectadores. A la turista (ese es su papel en el filme) la fotografiaban ayer los verdaderos turistas como si fuera una estatua humana, el monumento a Colón o una pajarería.