El autor del polémico libro La cocina al desnudo admitió ayer que él también ha pecado. Santi Santamaria apareció en casi todos los informativos de televisión y se autoproclamó "referente alimentario" y, sorprendentemente, tendió la mano a Ferran Adrià, blanco preferido de sus ataques. Reconoció el uso de Procrema, un cóctel de aditivos, y de glicerina en la receta de Milhojas de azafrán. Pero no pidió disculpas. "En el caso de los helados, he usado estabilizantes, es cierto. Y los pocos que estoy usando los estoy dejando", aseguró en La Sexta. En La Primera, emitieron una frase lapidaria de Santamaria durante la presentación del libro: "No uso estabilizantes en mi cocina, jamás. Se lo digo con toda sinceridad". A continuación, otra de ayer: "Hoy por hoy, tras tomar compromiso público de que mi dirección es contraria al uso de estos aditivos, probablemente no los pondría en sus recetas".

En otra de sus intervenciones, estableció una diferencia entre sus aditivos ("son quantum satis, la ley no especifica un nivel máximo de uso y si nos excedemos en la dosis, como máximo provocan cagarrinas") y los que usan otros colegas, cuyas dosis regula la ley.

En la emisora catalana RAC-1, tendió la mano a Adrià y confió en un encuentro amistoso en Rosas (Gerona): "Algún día nos encontraremos para darnos un baño en Cala Montjoi y tomarnos unos moluscos juntos".

La polémica era la comidilla ayer en el restaurante de Santamaria, el Racó de Can Fabes. "Aquí, aguantando la presión", dijo a un cliente.