Michelle Obama, la futura primera dama de EEUU, se ha colocado en el punto de mira de los más prestigiosos diseñadores del mundo desde que el pasado martes su marido, Barack Obama, fuera elegido nuevo inquilino de la Casa Blanca.

Sus diseños se analizan con lupa y provocan todo tipo de comentarios, como el suscitado sobre el que lució la noche electoral, un vestido negro y rojo entallado del diseñador cubano Narciso Rodríguez, que ha despertado pasiones y odios. La noche triunfal, toda la familia Obama (Barack, Michelle y sus dos hijas, Malia y Sasha) apareció en público conjuntada mezclando los colores rojo y negro, lo que no pasó desapercibido a los analistas de moda.

El rotativo USA Today elaboró una encuesta sobre el diseño de Michelle. Un 35% de los participantes votó a favor del traje y un 65% lo vio poco apropiado. Mientras para unos fue una imagen "visualmente audaz", para otros fue un "monstruoso" vestido, según el británico Daily Telegraph.

Durante la campaña presidencial, Michelle, de 44 años y 1,80 metros de estatura, ha lucido vestidos de colores como el impactante modelo turquesa con cuello de pico rematado por un broche de turquesas y plata que llevó en la convención demócrata de Denver, en agosto. La creación llevaba la firma de Maria Pinto, una diseñadora de Chicago que se encarga de vestirla desde que su marido anunció que se presentaría a las elecciones.

La futura primera dama, que fue escogida este mismo año por la revista People entre las 10 mujeres mejor vestidas del mundo, de momento no tiene estilista.

Por otra parte, una prueba del contagio de la obamamanía de EEUU al resto del mundo es que el presidente electo tiene ya un caganer, una de las figuras más típicas del Belén.