El presidente de EEUU, George Bush, considera que su reelección representa un borrón y cuenta nueva sobre los errores o falsedades con los que se justificó la guerra de Irak. Es decir, su triunfo electoral del pasado noviembre ratifica su política para ese país, algo que excluye pedir responsabilidades a ningún miembro de su Gobierno por el lanzamiento de la guerra o la gestión de la caótica posguerra, según aseguró en una entrevista publicada ayer por The Washington Post.

"El momento de exigir responsabilidades se llama elecciones del 2004", declaró al diario de la capital estadounidense. Y recalcó: "Tras escuchar diversas evaluaciones sobre lo que estaba pasando en Irak y mirar a los dos candidatos, los estadounidenses me eligieron a mí".

Bush se mostró, sin embargo, más cauto que optimista en cuanto al futuro inmediato del país árabe. Por ello, no citó un calendario concreto para la retirada de las fuerzas estadounidenses de Irak ni confirmó siquiera que se reducirá su tamaño para finales del presente año, como dijo la semana pasada el secretario de Estado, Colin Powell. Ni siquiera se comprometió a reducir significativamente ese tamaño antes de que acabe su segundo mandato, en enero del 2009.

BIN LADEN, "AISLADO" A lo más que llegó fue a descartar que vaya a pedir al Congreso un aumento del número de soldados de la Guardia Nacional o del Ejército que sirven en Irak. "Las tropas estadounidenses se marcharán lo antes posible, pero no hasta que hayamos completado nuestra misión", afirmó. Bush adujo que es "un poco especulativo" sostener, como advirtió el Consejo Nacional de Inteligencia, que la guerra ha convertido Irak en un campo de entrenamiento para terroristas. También se declaró "satisfecho" con las operaciones para la captura de Osama bin Laden, porque "está aislado".

El presidente reconoció, no obstante, que el prestigio de EEUU en el mundo ha disminuido por algunas de sus decisiones. Y anunció una campaña para recuperar el terreno perdido, que encabezará la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, tras su confirmación en el cargo. "Explicará nuestros motivos y nuestras intenciones", dijo Bush.

"SEGUI UNA ORDEN ILEGAL" Las torturas a presos iraquís en la cárcel bagdadí de Abú Graib han sido uno de los mayores golpes al prestigio internacional de EEUU. El cabecilla de los soldados estadounidenses perpetradores de los abusos, Charles Graner, fue condenado el sábado a 10 años de prisión por el tribunal militar que le juzgó en Fort Hood (Texas). "Aparentemente, seguí una orden ilegal", dijo, tras responder con un rotundo "no" a la pregunta de si lamentaba lo que hizo.

Pese a este castigo ejemplar, el Pentágono sigue recompensando con valiosos contratos a dos empresas civiles implicadas en las torturas. CACI Internacional, que suministró casi la mitad de los interrogadores y analistas que trabajan en Abú Graib, ha obtenido la renovación de su contrato de servicios por 16 millones de dólares, aunque uno de sus empleados estuvo implicado en las torturas. Otro tanto ha sucedido con Titan, dos de cuyos empleados estuvieron involucrados en las sevicias, que ha recibido un nuevo contrato por 164 millones de dólares.