Ante la gran expectación del Congreso, de casi 12 millones de inmigrantes ilegales y del vecino México, el presidente de EEUU, George Bush, se disponía anoche a anunciar por televisión el envío de miles de militares de la Guardia Nacional a la frontera sur del país para evitar que siga siendo un coladero de sin papeles . "Esto no es militarizar la frontera", recalcó, sin embargo, la portavoz de la Casa Blanca, para calmar la desconfianza mexicana ante el despliegue.

Bush telefoneó el domingo a su homólogo mexicano, Vicente Fox, para transmitirle el mismo mensaje, matizando además que el despliegue de la Guardia Nacional será temporal. Fuentes oficiales añadieron ayer que los militares que servirán a lo largo de 3.300 kilómetros de frontera --unos 10.000-- solo realizarán tareas de apoyo a la Patrulla Fronteriza como entrenamiento, espionaje o construcción, sin llegar a dedicarse a detener a quienes intentan colarse en EEUU.

Sin embargo, las aprensiones que suscita este plan no vienen solo del lado mexicano. Destacados congresistas republicanos y demócratas no ocultaron ayer su escepticismo o abierta crítica al envío de la Guardia Nacional a la frontera del río Grande. Algunos opinaron que Bush actúa por motivos políticos, para aplacar a las bases ultraconservadoras que han llegado a pedir el envío de hasta 48.000 miembros de este cuerpo a la frontera sur.

RECURSOS AL LIMITE Otros temen que suponga un esfuerzo excesivo para los militares, cuando sus recursos están al límite por la guerra de Irak. "Este no es el papel de nuestros militares, no es el papel de la Guardia Nacional, es una solución a corto plazo, un parche que no parece muy sensato", arremetió el republicano Chuck Hagel.

"Militarizar la frontera no es la solución al problema", coincidió Juan Carlos Ruiz, coordinador general de la Coalición de Inmigración Capital Nacional, que engloba a 41 grupos de inmigrantes responsables de las ingentes movilizaciones y protestas del mes pasado convocadas para impedir que la nueva ley de inmigración tenga un espíritu draconiano. "Creemos que militarizar la frontera es un arma propagandística, y que lo que necesitamos es una reforma total de la inmigración", añadió Ruiz.

Los arduos debates para la reforma de la ley se reanudaron ayer en el Senado, donde se intentan establecer unos plazos para la regularización de los inmigrantes ilegales. El Congreso aprobó en diciembre su propio proyecto, mucho más duro porque convierte en un delito la presencia ilegal en EEUU.