Un tribunal militar de la base de Lewis-McChord, en el estado de Washington, en Estados Unidos, ha condenado a cadena perpetua al sargento Calvin Gibbs tras declararle culpable de dirigir a un grupo de cinco soldados que mataron a tres civiles afganos y de guardar sus restos como trofeos. El jurado, formado por cinco militares, ha deliberado durante cinco horas antes de dictar un veredicto. Gibbs, de 26 años, podrá presentar una solicitud de libertad condicional cuando haya pasado 10 años en la cárcel.

El sargento estaba acusado de dirigir, a principios del 2010 en la provincia de Kandahar, en el sur de Afganistán, a un grupo de cinco soldados que, para divertirse, recrearon "escenarios" para ejecutar a civiles. Los acusados se tomaron fotografías con los cadáveres y les cortaron los dedos, que conservaron a modo de "trofeos".

Durante el juicio, Gibbs reconoció los hechos pero afirmó que los civiles murieron durante un ataque enemigo. Una versión que no creyó el fiscal, que aseguró que esta posibilidad es "altamente improbable". "Hacer creer (que los civiles murieron) en una intervención legítima formaba parte de su plan", añadio el fiscal.

Uno de los testimonios más determinantes fue el del soldado Jeremy Morlock, que se encontraba en el grupo de militares que asesinaron a los civiles y que ya se había declarado culpable de los cargos que se le habían impuesto. Morlock, condenado a 24 años de prisión, aceptó testimoniar contra el sargento como parte de su negociación para evitar la cadena perpetua. El soldado aseguró que Gibbs cortó varios dedos de las víctimas, además de jugar con los cadáveres como si fueran "trofeos de caza".

Además de Gibbs y Morlock, otros dos de los soldados implicados también han sido declarados culpables y condenados a penas que van de tres a 24 años de cárcel. El quinto acusado, Michael Wagnon, está a la espera de ser juzgado.

El proceso que ha llevado a la condena de Gibbs comenzó hace 18 meses a raíz de una investigación sobre el consumo de marihuana en la unidad de Gibbs. Ello llevó al descubrimiento, según el pliego de cargos, de una serie de restos humanos, entre ellos huesos de pies y manos y un diente extraídos de cadáveres de civiles asesinados.