Hasta hoy éramos rivales, ahora somos colegas". Con esas palabras el liberaldemócrata Nick Clegg, número dos del nuevo Ejecutivo británico, resumió ayer el giro imprevisible que ha tomado la política en el Reino Unido. El país ha estrenado su primer Gobierno de coalición en los últimos 69 años entre la sorpresa y el escepticismo de la sociedad.

Clegg compareció al lado del primer ministro, David Cameron, durante una rueda de prensa al alimón en los jardines de Downing Street. Cameron calificó de "seísmo histórico" su alianza con los liberales, respaldada según dijo por abrumadora mayoría dentro de su partido.

Entre bromas, mostrando una camaradería y una aparente estima mutua impensable hace apenas unos días, los dos hombres presentaron su forzosa coalición como una oportunidad para dirigir el país de otra manera. Cameron y Clegg consideran que el pacto alcanzado después de cinco días de negociaciones proporcionará a la nación un Gobierno sólido, fuerte y estable.

Su compromiso es trabajar de forma constructiva, aparcando las rivalidades partidistas. "Tenemos no solo un nuevo Gobierno, sino una nueva política en la que el interés nacional está por encima del de los partidos", dijo el jefe de los tories. Los liberales dispondrán de representación en cada gabinete, "con una administración unida bajo la base de elementos clave: libertad, justicia y responsabilidad".

TRANSMITIR OPTIMISMO El primer ministro y su número dos intentaron rodear de optimismo un proyecto para los próximos cinco años que muchos ven inviable. "Es un nuevo tipo de Gobierno, radical, reformador, que necesita ser una fuente de estabilidad y tranquilidad en los tiempos tan inciertos que vive nuestro país", declaró Clegg.

El pacto alcanzado se ha traducido en cinco carteras para los liberales en el nuevo gabinete. Además de Clegg como número dos del Ejecutivo, Vince Cable es el ministro de Comercio; Chris Huhne, de Medio Ambiente; Danny Alexander es el titular para Escocia, y David Laws, el secretario jefe del Tesoro. Los conservadores controlan el Ministerio de Finanzas, con George Osborne; Asuntos Exteriores, con William Hague; Defensa, con Liam Fox, y como ministro de Justicia vuelve Kenneth Clarke, uno de los conservadores más veteranos. Theresa May se ocupará de Interior y la Secretaría para la Mujer, mientras que Ian Duncan Smith, del ala ultraderechista del partido, es el nuevo ministro de Trabajo y Pensiones.

La distribución responde a los resultados electorales y coloca a los liberales en una posición que jamás habían soñado, aunque han tenido que hacer concesiones. A cambio de estar en los puestos de mando han debido enterrar su propuesta de amnistía para ciertos inmigrantes ilegales y han pasado a respaldar la iniciativa tory de poner una cuota a los extranjeros llegados de fuera de la UE. En cuanto a la renovación del sistema Trident de disuasión nuclear, liberales y conservadores acordaron analizar su viabilidad.

PLAN ELOGIADO El mayor desafío del nuevo Ejecutivo es, sin embargo, económico. Los liberales han aceptado la reducción este mismo año de 6.000 millones de libras del déficit estatal (7.000 millones de euros). Durante la campaña habían criticado que esos recortes se llevaran a cabo de inmediato, prefiriendo esperar hasta consolidar la recuperación. El gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, alabó ayer el plan para reducir el déficit, que calificó de "poderoso".

La presentación de la coalición coincidió con otro dato negativo. La tasa de desempleo ha vuelto a subir y el índice de paro en el Reino Unido ha alcanzado el 8%, el nivel más alto desde 1994. Los buenos propósitos de Cameron y Clegg chocarán con durísimas decisiones sociales y la hostilidad popular, que puede dar al traste con su improvisada revolución política.