Los 600.000 habitantes de Pristina tienen cinco horas de luz y otras tantas de oscuridad. Los apagones son constantes, día y noche. "La semana pasada teníamos una hora de luz y cinco de negrura", afirma Sabiha, una jubilada de la capital. Las dos centrales térmicas que suministran electricidad a casi todo Kosovo no dan abasto en invierno.

Los apagones afectan más al campo, pero también a Pristina. Además, el carbón que alimenta las centrales es contaminante. Las nubes de humo se ven a 15 kilómetros, y un pueblo cercano fue desalojado por los problemas respiratorios de sus 2.000 vecinos. La sequía ha agotado los depósitos y muchas zonas se quedan sin agua siete horas cada noche.