Como no se han divulgado aún imágenes del operativo, nadie sabe qué reloj llevaba Don Mario en el momento de su captura: si un Rolex o un Cartier. De marcas solo tenía dos para escoger --porque siempre compraba las mismas--, pero modelos tenía decenas, se dice que cientos a su disposición; era una de las excentricidades del hombre que desde hace tres años manejaba los hilos más gruesos del narcotráfico en Colombia, paramilitar transformado en capo que se había convertido en una de las obsesiones de la policía y que ayer por la mañana fue capturado en el noroeste del país.

Allí, en el Urabá, se encontraba el centro del imperio de Daniel Rendón Herrera, alias Don Mario . Controlar esa porción de territorio ha sido históricamente sinónimo de controlar una de las mejores rutas del narcotráfico; Don Mario lo sabía y la había defendido a sangre y fuego. Fueron necesarios más de 200 agentes para violar los anillos de seguridad que en grupos de 40 garantizaban su integridad. Eso y un par de detenciones, la más importante la de su informador principal. Es por ello que Don Mario estaba aislado y tenía menos datos de los habituales sobre los movimientos de la policía.

El Gobierno colombiano, con sobrada evidencia de que era el nuevo jefe máximo del narcotráfico en el país, ofrecía 1,6 millones de euros de recompensa por capturarlo.