Desde que comenzó la guerra de Irak hace tres años, más de 1.000 soldados británicos han desertado del Ejército, según la documentación recopilada por la BBC. Las dudas sobre la legalidad de la invasión, la desmoralización de las tropas sobre el terreno y la prolongación indefinida de su misión, en circunstancias cada vez más adversas, serían las causas de buena parte de las fugas de militares.

Las cifras han salido a la luz coincidiendo con el debate en el Parlamento británico de una nueva ley sobre las penas que deben recibir como castigo aquellos militares que se nieguen a participar en la invasión de un país extranjero. La nueva normativa pretende imponer la cadena perpetua a los soldados que rechacen el participar en la ocupación de un país extranjero. No obstante, el Ministerio de Defensa del Gobierno de Tony Blair salió ayer al paso de la información de la BBC, asegurando que la cifra de personal militar desaparecido sigue constante.

Según una portavoz del ministerio, solo una persona ha sido juzgada y condenada por deserción desde 1989. Sin embargo, Jonathan Charles, corresponsal internacional de la BBC, recuerda que los desertores son aquellos que se han ausentado de su puesto sin razón durante más de 30 días, y en este caso hubo solo el año pasado 377 personas y ya van 189 en lo que va de 2006.

EN PARADERO DESCONOCIDO El diputado laborista John McDonnell aseguró que las deserciones se han triplicado en los pasados tres años y el número de fugitivos en paradero desconocido asciende a 900. "Son muchos más los que tratan por diferentes métodos de evitar su misión. Defensa no quiere reconocer lo que está pasando", señaló.

Justin Hugheston Roberts, abogado de un soldado condenado por negarse a combatir en Irak, afirma estar recibiendo cada vez más llamadas de miembros de las tropas británicas deseosos de abandonar Irak.