Los ecuatorianos decidían ayer si estaban de acuerdo con la creación de una Asamblea constituyente con "plenos poderes" para redactar una nueva carta magna, o bien le daban la espalda a la gran obsesión del presidente Rafael Correa de volver a comenzar desde cero la historia de un país pobre, convulso y polarizado.

El presidente fue ayer a la iglesia de La Dolorosa y le pidió al cielo una victoria electoral que no dejara dudas: necesita ganar con la mitad más uno de los votos válidos. Las encuestas presagiaban su triunfo, pero no descartaban sorpresas. Al cierre de esta edición, no había resultados.

TODOS A MISA Varios dirigentes de la oposición de derechas también fueron a rezar por un resultado que no la siga pulverizando. El influyente movimiento indígena ya le dio la extremaunción y lo simbolizó con un ataúd. "No hay que subestimar a los viejos políticos: saben vengarse", previno un empresario en San Rafael, un lujoso barrio de Quito. Buena parte de la sociedad llegó a la consulta sin saber lo que está en juego.

El referendo ha sido posible porque el Tribunal Supremo electoral destituyó a 57 congresistas que se oponían a que se convocara.