No existían las armas de destrucción masiva, ni conexiones con el terrorismo internacional. Se trataba de acabar con el régimen de Sadam Husein e impulsar la democracia en la región. Pero fue necesario un general de Sadam para acabar con la revuelta de Faluya. No puede fijarse una fecha para la retirada de las tropas, porque daría alas a la insurgencia, que no ha cesado en sus ataques, ni con la celebración de elecciones ni con la constitución del Gobierno.

Donald Rumsfeld dice que hay que hablar con la insurgencia para estabilizar políticamente Irak. Ya lo había insinuado antes Tony Blair. Dramático, porque puede ser que los epígonos de Sadam Husein vuelvan de nuevo al poder.

Por el camino, queda un país destruido, un Estado arrasado, un campo abierto a los ataques de Al Qaeda. Y miles de muertos de los que nadie se hace responsable. La credibilidad de Rumsfeld no puede estar en horas más bajas. Y Bush, ¿no tiene nada que decir?

*Catedrático de Historia.