Gordon Brown se enfrenta a una avalancha de críticas. La negativa a convocar elecciones anticipadas ha puesto en tela de juicio su visión y la legitimidad de su mandato. Un estrepitoso fallo en la estrategia política ha precipitado la primera crisis desde que llegó a Downing Street en verano. Tras alentar las expectativas de una inminente elección, se ha visto obligado a dar marcha atrás y decidir, a la vista de los sondeos, que no irá a las urnas ni este otoño, ni seguramente el próximo año.

Tres encuestas publicadas ayer en la prensa daban todas ellas ventaja a los conservadores. "Todo el mundo sabe que no celebra la elección porque tiene miedo de perderla. Eso es tratar a la gente como idiotas", ha declarado el jefe de los tories, David Cameron.

La reputación de Brown como hombre capaz de tomar la decisión necesaria en el momento oportuno ha salido malparada. El patinazo de los laboristas puede fortalecer decisivamente a los conservadores, en plena recuperación.