En un giro semántico significativo pero con escasa repercusión legal inminente, la Administración de Barack Obama anunció el viernes el abandono del término "combatiente enemigo" con el que el Gobierno de George Bush etiquetó a los sospechosos de terrorismo detenidos indefinidamente sin cargos y sin derechos en Guantánamo, donde aún están encarcelados un total de 241 hombres.

Aunque la decisión supone otro paso para distanciarse de su predecesor, el anuncio no satisface a quienes llevan años denunciando la situación de los presos de Guantánamo. Y es que, en documentos legales presentados por el Departamento de Justicia, la actual Administración mantiene el argumento de Bush de que el presidente tiene autoridad para mantener encarcelados a los sospechosos sin presentar cargos.

El Departamento de Justicia asegura que solamente intentará mantener detenidos a los terroristas que dieron "apoyo sustancial" a Al Qaeda, los talibanes o grupos asociados a estos y promete que las detenciones se estudiarán "caso por caso". Pero además, y en otro revés para quienes pensaban que Washington podría limitar la lucha contra "combatientes enemigos" a Afganistán, los documentos presentados el viernes por el Departamento de Justicia mantienen que el poder presidencial es "global".