George Mitchell, el enviado especial de Barack Obama para Oriente Próximo, llegó ayer a Egipto en su primer viaje a la zona para empezar a tantear el terreno de lo que va a ser la política del presidente. Llegó Mitchell y se encontró con las noticias de un ataque de milicianos palestinos contra una patrulla israelí en la frontera de Gaza y un posterior bombardeo israelí en la franja.

Un recordatorio del espinoso asunto en el que la Administración de Obama quiere implicarse con decisión desde el principio, según dijo el presidente en su primera entrevista tras asumir el cargo que, simbólicamente, concedió al canal árabe Al Arabiya. "La causa de la paz en Oriente Próximo es importante para nuestros intereses nacionales. Es importante para mí", dijo.

Los primeros pasos de la Administración de Obama en la zona están vinculados a la situación en Gaza, donde el brote de violencia de ayer hace zozobrar la frágil tregua en vigor tras la reciente y sangrienta operación militar israelí en la franja. El ataque contra la patrulla (una bomba junto a la valla fronteriza), en el que murió un soldado, no fue asumido por ningún grupo armado palestino. Luego, se desató un tiroteo en el que murió un granjero palestino. Israel atacó por aire una motocicleta hiriendo a dos personas, una de ellas militante de Hamás, e hizo una incursión cerca de Jan Yunis.

CISJORDANIA La prioridad de Mitchell es apuntalar la tregua. Para ello, se verá con las autoridades egipcias, las israelís y viajará a Cisjordania para reunirse con la parte de la Autoridad Nacional Palestina que dirige Al Fatá. Siguiendo los principios de George Bush, Mitchell no se verá con ningún representante de Hamás. Su agenda incluye escalas en Jordania, Arabia Saudí, Turquía, Francia y Gran Bretaña. El Departamento de Estado no descarta una parada en Siria.

Tanto viaje responde al nuevo enfoque regional que Obama quiere poner en marcha en este conflicto. "Creo que es imposible para nosotros pensar solo en términos del conflicto palestino- israelí y no tener en cuenta lo que ocurre en Siria, Irán, el Líbano, Afganistán y Pakistán", explicó Obama a Al Arabiya. Por eso Obama aprovechó su entrevista para tender una mano al mundo islámico y decir que "EEUU no es el enemigo de los musulmanes".

UNA MANO DE AMISTAD Obama diferenció entre "organizaciones terroristas" a las que EEUU "cazará" y "gente que puede estar en desacuerdo con ciertas políticas". Y declaró: "Al mundo musulmán le ofrecemos una mano de amistad". Obama sabe que, para que su oferta sea creíble, el conflicto entre palestinos e israelís es clave, de ahí que su Administración se implicará en lograr un acuerdo de paz desde el principio, a diferencia de la Administración de Bush.

Para empezar, Obama ha enviado a Mitchell a la zona para "escuchar" y, a partir de aquí, diseñar una estrategia regional en unos momentos que, pese a la masacre de Gaza, Obama ve "maduros" para un acuerdo.

Hay unos puntos de partida en la Casa Blanca. Para Obama "la seguridad de Israel es primordial", por ello afirma que en Gaza el Estado hebreo ejerció su derecho a la autodefensa. No está sobre la mesa tratar con Hamás si no renuncia a la violencia, reconoce a Israel y acata los acuerdos firmados desde Oslo.

A partir de aquí, Obama dijo que EEUU no puede "dictar" a palestinos e israelís qué tienen que hacer, y subrayó que serán necesarios "sacrificios" por ambas partes. Pero nada concreto dijo en un momento en el que los problemas en la zona se amontonan tras el descarrilamiento del proceso de Annápolis.

Cuando pise Israel y Cisjordania, Mitchell se encontrará un liderazgo palestino partido en dos, con un interlocutor (Mahmud Abbás) débil y una situación humana muy grave en Gaza. Del lado israelí, un proceso electoral en el que los protagonistas (Tzipi Livni, Binyamin Netanyahu, Ehud Barak) pugnan por el favor de la nueva Administración. Realista, Obama no cayó en la trampa de fijar un calendario pero sí dejó en Al Arabiya una nota optimista: "Creo que podemos ver un Estado palestino".