Los electores del estado federado de Turingia enviaron ayer un doble mensaje: infligieron un duro castigo a la Gran Coalición (democristianos y socialdemócratas) gobernante a nivel federal y auparon a la ultraderechista Aternativa para Alemania (AfD) a la segunda posición, por delante de los democristianos de la CDU y sólo por detrás de La Izquierda.

Según las proyecciones recogidas a pie de urna, La Izquierda, coalición de poscomunistas y socialdemócratas desencantados, ganó con casi el 30% de los votos la primera elección regional desde su fundación en 2007.

La joven ultraderecha de AfD dobló sus resultados de 2014 y se situó como segunda fuerza con más del 23%; los democristianos de la CDU perdieron más de diez puntos y quedaron en tercera posición con algo más del 22%; los socialdemócratas del SPD confirmaron su rumbo hacia la irrelevancia política con el 8%, mientras que los ecoliberales de Los Verdes y los liberalconservadores del FDP superaron a duras penas la barrera del 5% para entrar en el Parlamento. Los resultados dejan además un panorama muy fragmentado que hace prácticamente imposible la formación de un Gobierno estable.

El actual tripartido de La Izquierda, SPD y Los Verdes pierde el apoyo necesario para reeditar su Ejecutivo. De esta forma, las únicas dos coaliciones de mayoría serían entre La Izquierda y la CDU, o entre los poscomunistas y la ultraderecha. Ninguna de las dos parece posible. La conformación de un Gobierno en minoría (fórmula con nula tradición en Alemania) y una repetición electoral se presentan como los escenarios mas verosímiles.

Las elecciones de Turingia son incomprensibles sin un análisis en clave federal: tras los comicios regionales de Brandenburgo y Sajonia del pasado septiembre, en los que la ultraderecha superó ampliamente el 20%, los electores vuelven a castigar el curso político de la Gran Coalición liderada en Berlín por Angela Merkel.