La iniciativa árabe de paz, que ofrece a Israel el pleno reconocimiento de los 22 estados árabes a cambio de su retirada de los territorios ocupados palestinos y del Golán sirio vuelve a cobrar vida. Tras el escaso oxígeno que recibió de la Administración Bush, el plan cuenta con el apoyo firme del nuevo equipo de mando en la Casa Blanca. "Queremos que la iniciativa de paz árabe forme parte de los esfuerzos para alcanzar el objetivo de una paz global en la región", declaró ayer en Ramala el enviado de Washington a Oriente Próximo, George Mitchell, durante su reunión con el presidente palestino, Mahmud Abbás.

Con la oferta árabe de trasfondo, EEUU pretende que Israel reabra negociaciones bilaterales y simultáneas con Siria y la Autoridad Nacional Palestina, según publicaba ayer el diario Haaretz. La Administración del presidente Barack Obama considera que el proceso de paz con el mundo árabe podría contribuir a frenar el aumento de la influencia iraní en la región y reforzar los argumentos diplomáticos para neutralizar las ambiciones nucleares persas.

El gran obstáculo al que se enfrenta la Casa Blanca es el escaso entusiasmo que la iniciativa árabe despierta en Israel, especialmente el punto que se refiere a la búsqueda de "una solución justa" a la situación de los cuatro millones de refugiados palestinos. El primer ministro, Binyamín Netanyahu, rechazó en 1997 la oferta y, ahora, el Gobierno que preside se niega incluso a reconocer el derecho palestino a un Estado en el 22% de la Palestina del Mandato.

APERTURA A DAMASCO Menos problemático podría ser el diálogo con Siria. Durante la primera etapa en la que ocupó el cargo de primer ministro (1996-1999), Netanyahu condujo negociaciones secretas con Damasco y algunos analistas consideran que las podría reabrir pronto con el objetivo de aplacar las presiones estadounidenses. Esta podría ser la clave. ¿Hasta dónde están Washington y Bruselas dispuestos a tensar la cuerda?

La UE es el principal mercado para las exportaciones israelís, beneficiadas por un acuerdo de libre comercio, y Estados Unidos aporta al Estado judío 2.300 millones de euros anuales en ayudas. A principios de los 90, las presiones funcionaron. Washington forzó a Isaac Samir a acudir a la conferencia de Madrid tras amenazarle con congelar las ayudas.

Por otro lado, Gaza continúa sellada y en cuarentena, tres meses después de que se iniciara la guerra. Una veintena de oenegés acusaron ayer a la comunidad internacional de "lavarse las manos" mientras miles de personas, recordaron, "viven en la indigencia y sin servicios básicos, como agua corriente".