La orden de detención del Tribunal Penal Internacional (TPI) contra el presidente de Sudán, Omar el Bashir, por crímenes de guerra y contra la humanidad no lo va a sentar, al menos de inmediato, en el banquillo. Pero ya tiene consecuencias. "Las operaciones humanitarias en Darfur y en el norte de Sudán están paradas. Es una catástrofe", afirmó ayer desde Jartum Thierry Durand, director de operaciones de Médicos sin Fronteras (MSF)-Francia, una de las 13 oenegés expulsadas de la región por las autoridades sudanesas bajo la acusación de proporcionar "información falsa" al TPI.

"No tenemos ninguna relación con el TPI. Castigando a las oenegés, castigan a la población. Esto dejará a cientos de miles de personas sin ningún tipo de ayuda y sin ningún sitio adonde ir", aseguró Lidia Geirsdottir, coordinadora de proyectos de la también expulsada MSF-Holanda, recién llegada de Darfur.

"Millones de vidas están en peligro", dijo Tawanda Hondora, subdirectora para Africa de Amnistía Internacional, quien acusó al Gobierno sudanés de convertir en rehén a toda la población de Darfur. Casi 2,5 millones de personas sobreviven en la región gracias a la ayuda humanitaria, y la asistencia prestada por las oenegés expulsadas --agua, comida, medicinas, saneamiento básico-- representa entre el 60% y el 80% del total.

IMPOTENCIA "Esta mañana ha venido gente del Gobierno y nos han dicho que nos teníamos que ir. Han hecho un inventario de nuestro material y nos han pedido los números de nuestras cuentas bancarias, y solo nos han autorizado a volver mañana hoy para pagar a los empleados locales", relató Durand, que enumeró los sentimientos extendidos entre su equipo: "Espanto, impotencia, angustia y, de algún modo, resignación".

La sección española de MSF, en cambio, no figura en la lista. "Pero las organizaciones que quedamos en ningún caso podremos cubrir las necesidades básicas", explicó Marta Cañas, responsable de los programas en Darfur. "Campos como el de Kalma, donde malviven 90.000 personas, quedarán desatendidos justo cuando acecha una epidemia de meningitis e iba a iniciarse la vacunación", explicó.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, encabezó el coro de voces que llamaron a Sudán a "reconsiderar con urgencia" una decisión que causará "un daño irreparable". Pero, la medida no solo amenaza el acceso de los refugiados a ayuda vital. Muchos temen que esta decisión abra la puerta a un nuevo estallido de violencia, una vez eliminados molestos testigos. "Habrá más muertos, habrá más desplazados. Y quién sabe qué más ocurrirá", dice Durand.

"NADA BUENO" Roland Marchal, experto en Sudán del Centro de Estudios e Investigación Internacional (CERI) de París, no prevé "nada bueno". "El régimen mandara a las tropas a vaciar los campos y empujar a los refugiados hacia el Chad", vaticina.

A todo ello, el presidente sudanés no dio síntomas de flojera, sino más bien al contrario. Ante miles de enfervorizados partidarios, Bashir rechazó cualquier intento de "colonizar" su país y tiró con bala hacia Occidente, y en especial hacia Washington: "Los verdaderos criminales están en Estados Unidos y en Europa. Los que deberían ser llevados ante la justicia son quienes exterminaron al pueblo de Vietnam, quienes cometieron el genocidio de Hiroshima y Nagasaki y quienes han asesinado al pueblo de Irak con todo tipo de armas prohibidas". "Solo nos postraremos ante Dios", concluyó.