"Nadie me informó de la propuesta sobre Chipre. Me enteré por la televisión", espetó enfadado a los periodistas el jefe del Estado Mayor turco, Yasar Büyükanit . Así empezó hace unos días la última polémica entre el Gobierno conservador de Recep Tayyip Erdogan y el Ejército. Es una muestra más de la frustración de los militares turcos, que no quieren abandonar su influencia en la política, algo que muchos consideran inaceptable en un sistema democrático como el de Turquía.

En su camino hacia la integración europea, Turquía reformó en el 2001 el Consejo de Seguridad Nacional, un órgano con representación civil y militar que ahora solo tiene carácter consultivo, pero que durante años sirvió al Ejército para llevar su voz a la política turca. "Erdogan está dispuesto a hacer todo tipo de concesiones a la UE porque pretende que esta le ayude a reducir la influencia de los militares --explica el intelectual socialdemócrata y exsecretario de Estado Erhan Karaesmen--. El Ejército manda señales al ejecutivo, pero nada indica que vaya a actuar".

La revista Newsweek publicó no hace mucho un artículo en el que afirmaba que hay muchas probabilidades de que durante el próximo año se produzca un golpe de Estado en Turquía, algo que el periodista Türker Alkan, del diario liberal-progresista Radikal, considera "una previsión infundada". "Es una forma de decir que Turquía aún es un país primitivo, que nada ha cambiado y que la sociedad es inexperta", se queja Türker en su artículo.

Salvar la democracia

El historiador Metin Heper dice en su estudio La consolidación de la democracia frente a la democratización en Turquía que "desde cierto punto de vista, siempre que el Ejército ha intervenido en Turquía, no ha pretendido quedarse en el poder indefinidamente; solo ha querido salvar a la democracia de sí misma y reinstalar una que funcione más racionalmente". Pero avisa de que "la democracia no se puede consolidar en Turquía si los militares continúan actuando de esta manera".

La historia de los cuatro golpes militares durante el periodo republicano es peliaguda, pues en cada uno intervinieron intereses diversos. La última actuación del Ejército en la política turca, en 1997, fue una declaración de 20 puntos al Gobierno islamista de Necmettin Erbakan que le forzó a dimitir. Debido a que los militares no hubieron de sacar a las tropas de sus cuarteles, se conoce como el golpe "virtual" o "posmoderno".

La influencia de los militares se extiende a la economía. Por ejemplo, algunos turcos se guían por criterios ideológicos a la hora de comprar las galletas: las dos principales empresas de productos alimenticios y dulces en Turquía -- lker y Eti-- son propiedad, respectivamente, de la familia lker, ligada al partido islamista del Gobierno, y del hólding OYAK, del Ejército.

En 1961, personal de las Fuerzas Armadas instituyó el Fondo de Pensiones del Ejército (OYAK, en sus siglas en turco) en el que cada socio deposita el 10% de su sueldo. De carácter privado y de funcionamiento autónomo al Ejército, OYAK fue con el tiempo un gran hólding que hoy controla y participa en más de 60 empresas de sectores como la automoción, la producción de cemento, la alimentación, la construcción o las finanzas.

Sus dividendos --de los que aproximadamente una cuarta parte se reparte entre los 227.000 afiliados-- llegaron en el 2005 a los 436 millones de euros, lo que convierte a OYAK en uno de los grupos más potentes de la economía turca.

A pesar de las reticencias de las Fuerzas Armadas a la pérdida de poder que suponen las reformas alentadas por la UE, OYAK ha sido una de las empresas más beneficiadas por la liberalización del mercado turco. El pasado año, al hacerse con el 46% por ciento de las acciones de la recién privatizada ERDEMIR, OYAK consiguió controlar la mayor parte de la producción de cemento en Turquía.

La filial de Renault

OYAK --propietaria de la filial turca de Renault-- no hizo caso del llamamiento al boicot de productos franceses, alentado por sectores nacionalistas a raíz de la aprobación en Francia de una ley que penaliza la negación del genocidio armenio.

Con todo, según el análisis del 2005 La marcha de los militares hacia Europa , los generales turcos están dispuestos a sacrificar parte de su poder en aras de la integración europea, ya que ven este proceso como "el final de un camino de modernización que han apoyado durante un siglo". Según el estudio, el Ejército sigue siendo una de las instituciones más valoradas.