El expresidente Lucio Gutiérrez, depuesto la semana pasada por el Congreso ecuatoriano durante la llamada "rebelión de Quito", llegó ayer a Brasil en la condición de asilado político, después de pasar cuatro días en la residencia del embajador de ese país, Sergio Florencio, a la espera del salvoconducto. Gutiérrez, su esposa y una de sus dos hijas viajaron en un avión de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB). Se alojarán en Brasilia en una casa cedida por el Ejército.

La salida del excoronel se interpretó como un gesto de las nuevas autoridades destinado a descomprimir la tensión política. La demora del Gobierno de Alfredo Palacio en autorizar la partida mediante un salvoconducto estuvo, sin embargo, cerca de provocar un serio conflicto diplomático con una potencia regional como Brasil. Demasiados problemas para un jefe de Estado que aún no ha obtenido el reconocimiento internacional y que, en las próximas horas, será el anfitrión de una misión de la Organización de Estados Americanos (OEA) que llegará para investigar las "condiciones" en las Gutiérrez fue derrocado.

GOBIERNO INACABADO Los analistas descartaban que la presencia de la OEA provoque, a estas alturas, mayores inconvenientes de los que ya tienen las autoridades de transición. "Vendrán, mirarán y se irán", ironizó un diplomático. El frente interno sigue mostrando, mientras, algunos problemas: a cinco días de haber tomado posesión de su cargo, el mandatario no ha terminado de formar Gobierno. "Palacio se enreda al armar su equipo", dijo el diario Hoy.

El Ministerio de Energía y Minas está todavía vacante. Y éste no es un dato menor: la primera fuente de ingresos de Ecuador es el petróleo. Las únicas directrices sobre ese estratégico sector salieron de boca del ministro de Economía, Rafael Correa. "No habrá privatizaciones", adelantó.

GRANDES DESAFIOS Los retos que afronta Palacio son enormes: garantizar el crecimiento de una economía que, gracias al precio del petróleo, fue del 6% en el año 2004.