Bernard Thibault, secretario general de la CGT, se ha convertido en el hombre clave para la resolución del conflicto. Nunca hasta ahora un líder de la CGT había llamado a un ministro de la derecha para proponerle negociar horas antes de iniciarse una huelga. Thibault aceptó negociar empresa por empresa, lo que hasta entonces rechazaba, a cambio de que el Estado estuviera en la mesa. Exlíder de la huelga de transportes de 1995, que causó la caída del primer ministro Alain Juppé, Thibault ha optado por la línea reformista a riesgo de sufrir los ataques de los radicales del sindicato. La CGT no quiere enajenar a los empleados del sector privado, usuarios en esta huelga.