El asedio a la Universidad Politécnica de Hong Kong se acerca al fin. La Policía entrará en breve junto a profesores, trabajadores sociales, psicólogos y médicos para convencer a la veintena de radicales de que la abandonen después de diez días atrincherados. La operación ha sido acordada debido a la precaria salud física y mental de algunos de ellos y contempla que puedan irse a sus casas después de ser fotografiados e identificados. La Policía no descarta su detención posterior si se demuestra que participaron en actos violentos. Es el mismo trato que se ofreció días atrás a decenas de menores para que se rindieran. El cerco a la universidad ha sido la cota más alta de violencia en casi seis meses de protestas. Los radicales la tomaron en respuesta a una muerte accidental y usaron cócteles molotov, flechas y adoquines. Después de un par de jornadas, la policía cambió la estrategia: cerró los accesos y esperó la rendición del millar de presentes. Los jóvenes han arrasado el campus, robado sustancias químicas peligrosas de sus laboratorios y elaborado miles de cócteles molotov.