El purpurado holandés Adrianus Johannes Simonis contó ayer que la chimenea de la Capilla Sixtina no tiraba y que el humo de la fumata blanca invadió la estancia. Las fumatas, una vez más, han planteado problemas, al igual que ocurrió con la elección de Juan Pablo II. El lunes, tras el primer escrutinio, un humo gris hizo pensar durante unos segundos que el papa había sido elegido.