No hay duda de que la del teniente general Ricardo Sanchez, comandante de las tropas estadounidenses en Irak entre junio del 2003 y el 2006, es una voz autorizada para hablar de la guerra en el país árabe. Consciente de ello, el militar se convirtió el viernes en el oficial de mayor rango que ha criticado la guerra al afirmar que Irak es "una pesadilla sin fin" y al culpar a la Casa Blanca, el Congreso, el Departamento de Estado y el Pentágono de un "fracaso catastrófico". La Casa Blanca oficialmente no valoró las palabras de Sanchez aunque ayer los voceros de la Administración recordaban a quien quería oír que el general, que fue relevado de su puesto tras el escándalo de Abú Graib, no es un analista imparcial.

Según dijo Sanchez en un encuentro con periodistas, "ha habido un desafortunado despliegue de un liderazgo estratégico incompetente entre nuestros líderes nacionales". Afirmó que en cuanto tomó posesión de su cargo en el 2003 se dio cuenta de que las cosas no funcionaban y que la nueva estrategia militar en Irak es "irrealmente optimista", "desesperada" e "incompetente" ya que la solución en el país árabe no vendrá solo por motivos militares.