En torno a un 20% de votantes indecisos podrían haber sellado la suerte del segundo referendo sobre el Tratado de Lisboa, celebrado ayer en Irlanda. Tres millones de ciudadanos estaban convocados a las urnas, en las 43 circunscripciones de la República. Una cuarta parte de los electores está en Dublín, donde las clases medias parecían inclinadas a respaldar el . El no, en cambio, encontraría terreno más abonado en los barrios populares de las grandes ciudades y las zonas rurales del país.

El resultado, esperado con especial ansiedad en Bruselas, se conocerá a última hora de hoy. Aunque los sondeos han ido dando una constante ventaja al , la virulencia en los últimos días de campaña de los detractores del tratado, hace presagiar que el no pueda haber reconquistado terreno. "El resultado va a ser más ajustado de lo que pensábamos", afirma uno de los estrategas del Partido Laborista. "Cuidado con el exceso de confianza. Creemos que habrá un resultado positivo, pero hay que ser prudentes", advertía el ministro irlandés para Asuntos europeos, Dick Roche. El primer ministro irlandés, Brian Cowen, se mostró optimista respecto a una victoria del sí.

PATRAÑAS Y MENTIRAS Los que quieren frenar la reforma europea no han dudado en usar patrañas y mentiras para sembrar la duda entre los electores, acusando al proyecto de esconder males irreparables para los irlandeses. El fin del sistema democrático y la soberanía nacional sería uno de ellos. "Democracia irlandesa 1916-2009? Simplemente di no ", rezan los carteles ilustrados con la foto de una niña de gesto inquietante, con unos ojos muy verdes.

Otros pósteres colgados de las farolas y semáforos en Dublín proclaman que el salario mínimo bajará si gana el . La foto de la madre Teresa de Calcuta ha ilustrado las hojas que repartían en la calle los ultra católicos, predicando cómo el tratado terminará con la prohibición del aborto vigente en Irlanda.

"Estas son mentiras y tácticas para meter miedo y pueden tener consecuencias en el resultado", señaló Toni Giuliano, vicepresidente del movimiento de Jóvenes Federalistas Europeos, llegado a Irlanda para reforzar la movilización por la ratificación. El Sinn Féin, único partido parlamentario opuesto a la reforma, se ha esforzado por convertir el referendo en un voto de castigo contra el Gobierno de coalición, que preside el impopular Brian Cowen, líder del Fianna Fail.

LA ECONOMIA, LA CLAVE Los números rojos de la economía irlandesa no pueden permitirse un nuevo desplante a la misma institución que acaba de rescatar el sistema bancario de la quiebra. La prosperidad de Irlanda depende de las inversiones estadounidenses y de las exportaciones a Europa. Multinacionales como Intel, Dell y Microsoft han subvencionado buena parte de la campaña a favor del , anunciando como incentivo la creación de más empleo. El peso de la crisis y las garantías de Bruselas sobre otros delicados asuntos ha hecho que varias de las personalidades que en junio del pasado año votaron no, hayan cambiado ahora de parecer.

Uno de ellos es Eamon Dunphy, el comentarista deportivo más controvertido del país. "Voy a votar porque necesitamos la ayuda de Europa", explicaba. El senador Ronan Mullen, un católico muy influyente y opuesto al aborto, también votó a favor del .

Otro de los que abandonaron el no es Ben Dunne, heredero de Dunnes Stores, una de las más importantes cadenas de almacenes de Irlanda. Dunne, que en 1981 permaneció secuestrado durante siete días por el IRA, dijo haber decidido cambiar el voto tras haber leído el Tratado.