El Gobierno israelí confirmó ayer que interpreta de una forma laxa la resolución 1701 de la ONU que le insta a no llevar a cabo "acciones ofensivas" en el Líbano. En su reunión semanal, el Consejo de Ministros coincidió en que el Ejército israelí efectuará las operaciones "defensivas" necesarias, mientras que Hizbulá sigue sin desarmarse. Ante ello, y las dificultades para reclutar a los 15.000 cascos azules que deben desplegarse en el Líbano, la ONU advirtió de que la tregua puede desmoronarse en cualquier momento.

No le afectó demasiado al Gobierno de Ehud Olmert que la ONU dijera que la operación de comandos del sábado en el valle de la Bekaa --oficialmente destinada a evitar la llegada de armas a Hizbulá-- fue una ruptura del alto el fuego. "La resolución habla de un embargo de armas, y mientras no se aplique, tenemos derecho a actuar", dijo el ministro de Turismo y miembro del Gabinete de seguridad, Yitzhak Herzog. En la medida en que Israel justifica su acción como derecho a la defensa, la discusión entre Beirut, Tel-Aviv y la ONU respecto quién vulnera el alto el fuego es agotadora y estéril, pero muy peligrosa.

FUERA DE CONTROL "Las cosas pueden deslizarse fácilmente fuera de control. Es importante que las partes muestren contención para que el Ejército libanés se despligue y la comunidad internacional envíe tropas", reflexionó en Beirut Terje Roed-Larsen, diplomático noruego y enviado de la ONU. Voluntad para mantener la tregua es lo que pedía Larsen, pero lo que se encontró es que Israel vetó la presencia del Ejército libanés en la frontera hasta que esté la fuerza internacional, y reticencias europeas a enviar tropas.

Portavoces de la ONU han reconocido que la postura de los países europeos es, como mínimo, irritante. Todos ellos, como hizo ayer Portugal, reclaman una presencia europea en Oriente Próximo. Casi todos han prometido tropas --el último ha sido Grecia--, pero a la hora de concretar las dotaciones surge la coletilla de que la ONU debe establecer unas reglas claras para la misión. Hasta ahora, solo países musulmanes como Indonesia, Malasia y Bangladesh han ofrecido aportaciones generosas, pero son inaceptables para Israel porque son naciones con las que no mantiene relaciones. La ONU necesita que Europa equilibre la misión y asuma su liderazgo.

SOLIDARIDAD Pero Europa tiene sus ritmos. Francia reclamó ayer una reunión de los países miembros para coordinar el envío de tropas al Líbano, y pidió a sus socios "solidaridad" con Beirut. Eso sí, después de haber reducido a 200 soldados su aportación a la misión. La reunión se celebrará el miércoles en Bruselas a nivel técnico.

El Gobierno libanés intenta tranquilizar a los países europeos. El primer ministro, Fuad Siniora, insistió ayer en que Hizbulá respetará los términos del alto el fuego, y el ministro de Defensa, Elias al Murr, anunció que quien viole la tregua será considerado un "traidor" al Líbano.

Ayuda a esta percepción --y desincentiva la implicación europea-- que Israel siga insistiendo en que matará al líder de Hizbulá, Hasán Nasralá, y que el ministro de Defensa, Amir Peretz, afirmara que "desde ahora Israel se prepara para el segundo asalto contra Hizbulá". Más allá de la política, lo que siente Israel quedó simbolizado en las palabras del jefe del Estado Mayor, Dan Halutz, ante los ministros: "Hemos logrado una victoria a los puntos, no por KO". La oposición y la prensa recordaron que los soldados capturados no han sido liberados y que Hizbulá no fue derrotada ni será desarmada. Por ahí se entienden las reticencias europeas.