La disolución de las cámaras dio inicio oficialmente ayer en Italia a la campaña electoral para las legislativas que se celebrarán el 9 y 10 de abril. El presidente, Carlo Azeglio Ciampi, firmó el decreto que puso fin a la actual legislatura. Sin embargo, la batalla comenzó ya hace semanas en un clima tenso, debido, sobretodo, a las múltiples apariciones del primer ministro, Silvio Berlusconi, en los medios de comunicación, donde ha defendido su gestión y ha realizado ya las primeras promesas electorales.

Una vez iniciada oficialmente la campaña electoral, la ley que regula la propaganda en las teles obliga al primer ministro italiano a aceptar "la igualdad de condiciones". Por eso, desde ayer, Berlusconi, propietario de tres cadenas privadas de televisión, ha enmudecido.

Fiel a las enseñanzas que el diciembre pasado le impartieron los discípulos de Karl Rove, gurú político de George Bush, en las últimas semanas Berlusconi no ha dejado títere con cabeza, ni audiencia para invadir con su prosa.

Sin embargo, los últimos sondeos muestran que perderán los conservadores. Pero si hace un mes las encuestas daban a la coalición del primer ministro una diferencia de 10 puntos por debajo de los progresistas de Romano Prodi, las cifras son ahora del 46,5% de la derecha contra el 51% de la izquierda.

Los discípulos de Rove propusieron a Berlusconi que atacara a los adversarios por todas partes. Así ha sucedido hasta la fecha. Por ello, Ciampi, al firmar ayer el decreto de disolución de las cámaras, pidió que la "confrontación electoral se mantenga en los límites del respeto mutuo".

ESTRATEGIA Berlusconi ha hecho entrega en las últimas semanas de una lluvia de regalos electorales, entre ellos 53 millones de euros (más de 8.800 millones de pesetas) para la Iglesia católica. George Bush ganó el segundo mandato gracias a los votos de las iglesias evangélicas.