Decenas de miles de personas desfilaron ayer por las calles de París y otras ciudades francesas contra el racismo y el antisemitismo tras la muerte del joven judío Ilan Halimi, secuestrado y salvajemente torturado por la banda de Los bárbaros . A la manifestación acudieron personalidades de todo tipo, empezando por el ministro de Interior, Nicolas Sarkozy, los responsables religiosos de todas las confesiones y los dirigentes de todas las formaciones políticas.

Asociaciones musulmanas y judías, intelectuales y figuras del espectáculo también estuvieron ampliamente representados, no sólo en la capital, sino en las principales ciudades: Marsella, Lyón, Burdeos, Lille y Estrasburgo. En todas partes el objetivo era el mismo: rechazar cualquier tipo de racismo. De acuerdo con Sarkozy, los secuestradores de Halimi "actuaron, al menos en parte, con indicios de antisemitismo". "Poco importa si lo hicieron totalmente o sólo en parte", subrayó.

DE VILLIERS, EXPULSADO "He venido para decir no al antisemitismo y a todos los racismos. Me alegro de que seamos numerosos al recordar los valores en torno a los que debe unirse el país", declaró por su parte el exprimer ministro socialista Lionel Jospin, en la cabecera de la marcha.

De la manifestación parisina fue expulsado el derechista Philippe de Villiers, quien justificó su presencia en la necesidad de denunciar "la islamización de Francia". Unos 20 minutos antes de que comenzara la marcha de protesta, los integrantes del servicio de orden lo obligaron a salir bajo la presión de varios manifestantes que lo recibieron con insultos, silbidos y al grito de "De Villiers, racista". Los cargos electos del Frente Nacional (ultraderecha) que habían anunciado su participación no se atrevieron a hacer acto de presencia.

Philippe de Villiers, presidente del Movimiento por Francia (MPF), denunció a las "organizaciones de extrema izquierda que son responsables de la situación que vive este país desde hace 30 años", concluyó.