Los funerales de Estado por las 289 víctimas del terremoto del pasado lunes han comenzado hoy en L'Aquila con la lectura de un mensaje del papa Benedicto XVI a través de su secretario personal, Georg Gaenswein, y ante miles de familiares y vecinos de la región.

El secretario de Estado del Vaticano, Tarsicio Bertone, que oficia la ceremonia junto al arzobispo de los Abruzos Giusseppe Molinari, ha asegurado durante la homilía: "Nos inclinamos ante el enigma indescifrable, pero es también una ocasión preciosa para entender cuál es el valor y el significado de la vida".

Al funeral asisten, entre otros, el presidente de la República, Giorgio Napolitano, y el primer ministro, Silvio Berlusconi, quien poco antes del oficio religioso ha charlado con los desconsolados familiares y les ha abrazado.

Los féretros están dispuestos en cuatro filas ante la Escuela de la Guardia de Finanzas, numerados y con ramos de flores sobre ellos.

Madre e hijo abrazados

Uno de ellos, el número 207, es un pequeño ataúd blanco que reposa sobre otro de madera y que corresponden a la madre y a su hijo pequeño que fueron hallados abrazados muertos en la cama tras el terremoto.

Los estandartes de todas la regiones de Italia, los coraceros de la Guardia Presidencial, el gran número de obispos de Los Abruzos y de Molise, y el acompañamiento de órgano y coros al oficio religioso confieren al acto un tono de solemnidad que contrasta con lo desangelado del lugar y la tragedia en la que están sumidos todos los vecinos de L'Aquila.

La Plaza de Armas de la Escuela de la Guardia de Finanzas, donde se celebra la ceremonia, está repleta de personas a las que se han sumado todos lo vecinos del pueblo de Onna, donde murieron 45 de los alrededor de 300 vecinos.