Treinta años sacando todo el provecho económico que un dictador corrupto puede obtener dan para mucho. Es el tiempo que el presidente Hosni Mubarak, de 84 años, lleva al frente de Egipto, y su patrimonio constata que no ha perdido el tiempo.

Las cifras que barajan distintos analistas con respecto al patrimonio del sátrapa oscilan entre los 40.000 y 70.000 millones de euros. Sea como fuere, tomar como referencia la cifra más baja de la horquilla ya permite hacerse una idea de que Mubarak ha amasado una fortuna. Estas cifras han sido aportadas por Amaney Jamal, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Princeton.

Buena parte de este patrimonio, que ya empezó a engrosar cuando era general en la fuerza aérea egipcia firmando contratos millonarios en el sector de la defensa, está fuera de Egipto. En cuentas de bancos extranjeros, especialmente suizos y británicos, y en inmuebles repartidos por EEUU y Europa.

La esposa de Mubarak, Suzanne, no se ha quedado al margen. El escritor Elaasar, que ahora reside en EEUU, explica por qué Suzanne está presente en decenas de organizaciones y asociaciones humanitarias: hay indicios, según él, de que la primera dama ha desviado parte de los donativos recibidos por las organizaciones a sus cuentas privadas. El informe del Movimiento Egipcio por el Cambio también sitúa a los dos hijos del presidente en turbios asuntos vinculados al tráfico de objetos de arte.