Siete manifestaciones distintas, todas organizadas por la sociedad civil, recorrerán hoy las calles del centro de Nápoles con motivo del primer Consejo de Ministros del Gobierno de Silvio Berlusconi, que simbólicamente ha decidido reunirse en esta ciudad asfixiada por toneladas de basura desde hace meses. Berlusconi santo subito (Berlusconi, santo ya), afirman algunos pasquines colocados en esquinas estratégicas. Si no haces el milagro, vete , rezan otros. "Tenemos que resolverlo, de otro modo dirán que es culpa nuestra", dijo el primer ministro, que ayer tarde ocupó la suite imperial del mejor hotel de la ciudad, a razón de 4.200 euros por noche.

El Gobierno conservador ha dicho que no tiene "ninguna varita mágica" para resolver una cuestión tan compleja como es la crisis de las basuras, que estalla periódicamente desde hace 15 años. Por esta razón, el Ejecutivo se limitará a poner en marcha un nuevo plan para la eliminación de los residuos, ya que ninguna de las cinco provincias de la región quiere incineradoras en su territorio y ninguna de ellas realiza la recogida selectiva. Un punto crucial será convencer a los alcaldes de los pueblos donde se pretende construir basureros de que los acepten.

RATAS COMO CONEJOS Miembros del Ejército y de las empresas municipales hacían ayer horas extras para dejar limpio el centro urbano, donde se celebrará el primer Consejo de Ministros después de la victoria electoral de la derecha. El centro está limpio pero en algunos barrios merodean ratas que los residentes llaman conejos, a causa de su enorme tamaño.

Ninguno de sus habitantes ofrece una explicación a la pregunta de por qué Nápoles, que no hace mucho era la vanguardia de Europa en cultura y progreso y en parte sigue siéndolo, se presenta peor que una ciudad del cuarto mundo. "A la vista de que, después de 15 años, no ha llegado ninguna solución, los ciudadanos se están rebelando y esta es hoy la ciudad más anárquica del mundo", explica un alto dirigente de la Diputación. "Ya no creemos en nada de lo que nos digan", afirma un señor del barrio Garibaldi, mientras a su lado pasan vecinos con máscaras o tapándose la nariz.

En una ciudad administrada desde principios de los años 90 por los progresistas, el primer Consejo de Ministros de la nueva era conservadora aprobará las primeras leyes del nuevo curso. Se trata de un decreto ley de 30 capítulos con las medidas más urgentes y de un anteproyecto de ley, ambos sobre seguridad e inmigración, como prometió Berlusconi en la campaña.

Se ha especulado mucho sobre el contenido de las nuevas normas, que probablemente endurecerán la vida de los sin papeles y la de los italianos que les hospeden, con la posibilidad de confiscarles los pisos alquilados en negro. Los partidos conservadores no han conseguido un consenso para introducir en el código penal el nuevo delito de clandestinidad (existe en Francia y Alemania), al que se oponen los progresistas, la Iglesia católica y la Alianza Nacional (AN), aliada de Berlusconi, por lo que probablemente pasará a formar parte del anteproyecto que próximamente se debatirá en el Parlamento.

Entre el paquete legislativo los progresistas descubrieron una norma que no tiene que ver con las basuras, pero que ayudaría a Berlusconi a salir airoso de los dos últimos procesos que le quedan. Al hacerse pública, el Gobierno la retiró.