Las principales capitales egipcias amanecieron ayer tomadas por patrullas ciudadanas, creadas para proteger sus barrios del pillaje y los saqueos. La retirada de la policía de las calles, un acontecimiento inédito tras más de medio siglo de regímenes policiales, ha generado un temible caos llamado a poner a prueba la continuidad de la revuelta. Menos éxito ha tenido la designación de un vicepresidente y un nuevo Gobierno, ordenada el sábado por el presidente Hosni Mubarak. Decenas de miles de egipcios volvieron a desafiar ayer el toque de queda para reclamar su marcha y la apertura de una transición democrática.

El Gobierno anunció ayer que la policía volverá hoy a las calles. Esta se antoja la gran prueba de fuego de la revuelta. En El Cairo, Alejandría, Suez o la provincia de Mansura, donde casi nadie fue a trabajar, en parte por el cierre de los servicios públicos, las universidades o la bolsa, continuaron las manifestaciones masivas. En la plaza cairota de Tahrir, el estrado nacional de la revuelta, apareció por fin el premio Nobel y candidato autoproclamado a liderar la transición, Mohamed El Baradei.

"Habéis recuperado vuestros derechos", dijo el exdirigente de la agencia nuclear de la ONU con un megáfono a las miles de personas congregadas en la plaza. "Lo que habéis empezado no debe dar marcha atrás. Os pido paciencia, el cambio llegará en los próximos días. Empieza una nueva era".

La aparición de barricadas en las calles llevó ayer a varios países a iniciar la repatriación de sus ciudadanos. La medida ha sido anulada por las multinacionales y las petroleras, mientras embajadas como la de Estados Unidos evacuaban a parte de su personal. También intentan marcharse los turistas.

El miedo de la ciudadanía se ha acrecentado, ya que miles de presos se han fugado desde el viernes, después de que la policía les dejara aparentemente en libertad, incluidos islamistas de la Hermandad Musulmana y los radicales de Gamaa al Islamiya. La actitud de los militares ha cambiado, que ya no se limitan a observar y recibir abrazos. Tanques y blindados vigilaron instituciones públicas, avenidas y barrios de clase media y pudiente.

HUIDA DE LOS MAS RICOS Mientras en los lujosos barrios de la periferia, como Tagamu Hems o Katameya, las élites viven en urbanizaciones de palacetes ajardinados con campos de golf, millones de egipcios sobreviven en barrios populares sin alcantarillado, rodeados de basura y con sueldos de hambre que rondan los 40 euros mensuales. Según varias informaciones "algunas familias pudientes dejaron ayer el país en jets privados".

Fruto de esta nueva actitud, el Ejército detuvo ayer a 3.200 personas, entre prisioneros excarcelados y saqueadores. Mucha gente, alarmada por la anarquía de estos días, empieza a decir que la estabilidad y la seguridad son más importantes que las reformas democráticas.