La violencia se cobró la vida de al menos 140 personas en una serie de ataques suicidas en el norte y centro de Irak, en una de las jornadas más sangrientas desde el comienzo de la guerra. El atentado más mortífero se registró ayer en un pequeño pueblo habitado por kurdos y turcomanos cerca de la ciudad petrolífera de Kirkuk, a unos 250 kilometros al norte de Bagdad. Un kamikaze hizo estallar un camión bomba con dos toneladas de explosivos en medio de un mercado popular lleno de gente y, según cifras oficiales, mató al menos a 105 civiles, entre ellos mujeres y niños. No obstante, fuentes locales citadas por Efe elevaron a 156 el número de muertos, lo que, de confirmarse, aumentaría la cifra de fallecidos de la jornada a dos centenares.

La explosión se registró a primera hora de la mañana, cuando muchos vecinos de Amerli hacían sus compras. La deflagración afectó a puestos de venta y a varias viviendas, algunas de las cuales se vinieron abajo. Los equipos de emergencia tuvieron que rescatar a gran número de víctimas atrapadas en las ruinas.

Una veintena de comercios fueron pasto de las llamas. "En el momento del atentado atendía a una mujer y a un niño. Los dos murieron", dijo un comerciante local, que resultó herido. "El pueblo quedó cubierto de humo y polvo", añadió.

UN PUEBLO SIN HOSPITAL Poblada por turcomanos y kurdos, la localidad de Ameril carece de hospital, así que los heridos --más de 250-- fueron evacuados en ambulancia y coches particulares a los de Tuz Jurmato y Kirkuk, ciudades situadas a 45 y a 130 kilómetros del lugar del atentado. Eso hizo que algunas de las víctimas murieran por el camino. Horas más tarde, esta vez al sureste de Bagdad, otro kamikaze empotró su coche bomba contra un control militar iraquí. La explosión acabó con la vida de seis personas, cinco soldados y un civil, y dejó heridas a más de una veintena.

También en la capital, siete miembros de una familia fallecieron al caer sobre su vivienda varios proyectiles de morteros la noche del viernes, según informaron ayer las autoridades.

SUICIDA EN DIYALA A estos ataques hay que sumar el que se produjo también el viernes en el pueblo de Al Saadiya, cerca de Baquba, en la provincia de Diyala. Un suicida precipitó el vehículo que conducía sobre una cafetería donde un numeroso grupo de kurdos de confesión chií estaba celebrando un funeral. La bomba mató a 22 personas y dejó a 15 heridas.

El Ejército de EEUU notificó ayer más bajas entre sus filas. En los dos últimos días han muerto ocho soldados estadounidenses, seis como consecuencia de la explosión de varias bombas colocadas en las carreteras alrededor de la capital, y otros dos en combate en la provincia suní de Anbar, una de las más conflictivas.

También las fuerzas británicas perdieron a uno de sus hombres en el distrito Jumhuriya, en Basora, al sur de Irak. El militar estaba integrado en una fuerza de más de 1.000 hombres que desde la noche de pasado viernes llevan a cabo una vasta operación en la zona contra las milicias chiís, a las que el Reino Unido y EEUU acusan de recibir armas y apoyo logístico de Irán.

VISITA AUTORIZADA Precisamente ayer, el ministro de Asuntos Exteriores iraquí, Hoshyar Zebari, reveló que diplomáticos del régimen de Teherán habían visitado por primera vez a los cinco iranís detenidos desde el pasado mes de enero en un centro de reclusión del Ejército de EEUU en Irak. Washington acusa a los reclusos de formar parte de la Guardia Revolucionaria iraní y de apoyar a las milicias chiís, mientras que Teherán asegura que son diplomáticos y exige su puesta en libertad inmediata.