El representante especial de la ONU para Asia Central, Miroslav Jenca, insistió hoy en la necesidad de investigar el origen del brote de violencia étnica en el sur de Kirguizistán, que ha obligado el desplazamiento de al menos 400.000 personas. "Estamos viendo qué es lo que pasó, pero creemos que se debe llevar a cabo una investigación adecuada como parte de un proceso de reconciliación", aseguró Jenca en una conferencia de prensa ofrecida por vía telefónica desde Biskek, la capital kirguís.

Aunque el Ministerio de Sanidad kirguís ha informado de 191 muertes confirmadas por la ola de violencia, la presidenta interina, Rosa Otunbáyeva, indicó hoy en una visita a la ciudad de Osh que la cifra real puede ser diez veces mayor. El responsable de Naciones Unidas aseguró que hay "mucha tensión y mucho odio, por lo que uno de los principales retos aquí será iniciar un proceso de reconciliación" entre las comunidades kirguís y kirguís-uzbeka, protagonistas de los enfrentamientos.

En ese sentido, indicó que hay entre las autoridades kirguises el deseo de algún tipo de intervención externa para tratar de estabilizar la situación, pero hay muchos "retos" que superar primero para que se puedan desplegar tropas o policías extranjeros. "Hay primero que consultar con los países de la región y las organizaciones regionales para que se pueda hacer realidad" esa ayuda externa, resaltó.

Jenca declinó confirmar las versiones que atribuyen el origen del brote de violencia a una campaña organizada de antemano, así como precisar cuál de las dos comunidades enfrentadas fue la que primero hizo uso de la violencia. "Por eso decimos que se ha de llevar a cabo una investigación, que debe estar vinculada a la reconciliación y a medidas para generar confianza", insistió. Asimismo, advirtió de que Kirguizistán "se ha fraccionado a lo largo de líneas divisorias y es algo que se debe abordar con mucho cuidado".

Jenca señaló que la oficina de Naciones Unidas en el centro de la ciudad de Osh, en el sur del país, donde el pasado día 11 estallaron choques étnicos, sigue cerrada debido a la inseguridad. El organismo multilateral ha instalado su centro de operaciones, desde el que se coordina la distribución de ayuda humanitaria a los damnificados por la violencia, en el aeropuerto, en las afueras de la ciudad, explicó. "Para entrar a la ciudad hay que ir acompañado de una escolta armada, porque en algunos puntos hay barricadas y los uzbekos sospechan de todo y no quieren que nadie se les acerque", agregó.

Según las autoridades kirguises, la ola de violencia fue provocada por partidarios del depuesto presidente Kurmanbek Bakíev, refugiado actualmente en Bielorrusia y cuya extradición reclama Biskek. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) calculó hoy que aproximadamente un millón de personas necesitarán ayuda internacional en el contexto de esta crisis. Entre ellas están los cerca de 300.000 desplazados internos y los otros 100.000 refugiados que han huido al vecino Uzbekistán, aunque el registró que realizan las autoridades locales sólo incluye a los adultos y no a los niños, por lo que las cifras reales son superiores.