Las opciones empiezan a agotarse. Ayer, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas estudió en una sesión cerrada el último borrador presentado por Estados Unidos, Francia y el Reino Unido referente al futuro de Kosovo, la provincia serbia administrada por la ONU desde 1999, cuando la OTAN intervino militarmente para acabar con la persecución serbia de los albaneses, que constituyen el 90% de la población.

Aunque el texto ha eliminado una referencia a la independencia, que Serbia rechaza y que había provocado amenazas de veto de Rusia, principal aliado de Belgrado, el apoyo de Moscú al último documento no está decidido y Washington ya ha anunciado que si Rusia coloca las negociaciones en punto muerto, la opción será continuar el proceso fuera de la ONU.

Ha habido al menos media docena de revisiones en el texto de la resolución. El penúltimo borrador recogía el espíritu del plan propuesto en abril por Matti Ahtisaari el enviado especial de la ONU para Kosovo, que plantea el reconocimiento de la independencia de la provincia bajo supervisión internacional. El texto establecía un plazo de 120 días para que Pristina y Belgrado negociaran y establecía la vuelta automática al modelo de independencia supervisada si fallaban esas conversaciones.

El borrador enmendado y presentado ayer al Consejo elimina la referencia al regreso automático al modelo independiente y, en cambio, habla de "seguir revisando la situación a la luz de las negociaciones" bilaterales entre Serbia y Kosovo.

Mientras, el primer ministro, Vojislav Kostunica, inició ayer en Lisboa, actual país presidente de la UE, una gira y rechazó cualquier solución que supere la concesión de la autonomía. Su ministro de Exteriores, Vuk Jeremic, visitará Madrid.