El Papa hizo ayer un "apremiante" llamamiento para que se detenga la "inútil espiral" de violencia y "se puedan apagar en Oriente Medio los siniestros destellos de un conflicto que puede ser evitado con el esfuerzo de todos", en clara referencia a una guerra contra Irak.

Juan Pablo II hizo este petición en su tradicional mensaje de Navidad, que este año pronunció desde el atrio de la basílica de San Pedro y no desde el balcón central del templo, debido a las obras que se realizan en la logia central del recinto religioso.

En una mañana lluviosa y ante varios miles de personas, el Obispo de Roma dijo que desde la gruta de Belén se eleva en este día de Navidad un llamamiento "apremiante" para que el mundo no caiga "en la indiferencia, la sospecha y la desconfianza, aunque el trágico fenómeno del terrorismo acreciente incertidumbres y temores".

El Pontífice, que presentaba buen aspecto y tenía la voz fuerte, agregó que los creyentes de todas las religiones están llamados a construir la paz y a abandonar cualquier forma de intolerancia.

CONSTRUIR LA PAZ

"Están llamados a construir la paz ante todo en Tierra Santa, para detener finalmente las inútil espiral de ciega violencia, y en Oriente Medio para apagar los siniestros destellos de un conflicto que puede ser evitado con el esfuerzo de todos", subrayó con firmeza.

Con estas palabras, Juan Pablo II se refería a Irak y a los vientos de guerra que corren sobre ese país árabe.

Además de Oriente Medio, el Papa también tuvo hoy su pensamiento en América Latina, "donde crisis políticas, económicas y sociales inquietan a numerosas familias y naciones". Tras el mensaje, impartió la bendición Urbi et Orbi (a Roma y a todo el mundo) en 62 idiomas, y de nuevo afirmó que estamos en un tiempo de "incertidumbre y preocupación".